Aquella noche, aquella maldita noche, me bastó para saber que esto no estaba bien.
Mucho me costó salir adelante luego del divorcio. Todavía me costaba más con el problema de los niños y el hecho de que no se acostumbraban a estar sin su padre, pero tener a Gabriel en mi habitación, era algo que definitivamente no quería, no estaba bien. No me sentía cómoda y esto no podía seguir así, no era justo.
Me bastaron cinco minutos al teléfono con Camilla, cuando iba de camino al trabajo, para darme cuenta que yo no quería volver atrás y que si Samuel estaba mal, debíamos llevarlo a un profesional, cosa que nosotros no éramos. La manera en la que estábamos abordando el tema no era la correcta.
Solo se le haría más daño fingiendo que volvíamos a ser lo mismo. Cuando nuestro matrimonio ya no ex
