Con la condición de firmar, le dije a Meg que nos viéramos a solas, pero no en cualquier lugar. Le pedí que tuviéramos una última cita y después de suplicarle tanto, ella aceptó. Quedamos para cenar en la noche. La iba a llevar a un lugar hermoso que siempre pensé en llevarla y nunca lo hice, jamás saqué el tiempo o me nacieron las ganas. Esa era la verdad. Ella solo almorzaba, cenaba en casa. Cuando salíamos con los niños, cuando acertábamos a salir los cuatro, se concentraba en que Aura comiera o que Sami tomara los cubiertos bien, que no mancharan su ropa, no tiraran la comida o no hablaran fuerte. Trabajaba las veinticuatro horas del día, contrario a mi, que tenía un horario, su labor de madre nunca cesaba. Siempre trabajando en sus hijos, en nuestro hogar. Por eso dejó su profe