El mismo día Chicago En el laboratorio Luciano Las palabras de Salvatore siguen resonando en mi cabeza como un eco constante, ante todo buscando una manera de negarme a su pedido descabellado de investigar a mi mujer. Sin embargo, una parte de mi ser empieza a analizar desde que conocí a Emily hasta este momento, buscando un rastro que no encaje envolviéndome en un debate con mi corazón, pero me niego a concebir la idea de que la mujer que amo pueda ser una maldita soplona, menos que pudo haberme engañado, porque en sus ojos siempre encuentro sinceridad, incluso en sus besos, en sus caricias, más que todo he palpado esa conexión que tenemos cuando estamos juntos y eso no hay manera de fingirlo, no puedes entregarte de esa manera si no metes el corazón. Es cierto que su padrino es un