Luis José estaba parado enfrente del edificio ya casi a punto de entrar, sentía que el corazón le latía a mil por horas, en el fondo tenía miedo de encontrarme ya que no sabía cuál podía ser mi reacción cuándo lo viera en vista de mi amnesia. Cabía la posibilidad de que tal vez al tenerlo enfrente de mí, pudiera recordarlo de repente, él como médico estaba consciente de que la mente muchas veces nos puede sorprender de forma inesperada. Se percató que en la entrada del edificio se encontraba el portero, sin embargo, quería pasar desapercibido porque no quería poner sobre aviso a Guillermo; así que esperó pacientemente a que alguien entrara o saliera del edificio para valerse de la ocasión y así poder entrar sin que el portero se diera cuenta de su presencia. Aparentemente Dios esta