Luis José conducía el auto mientras yo estaba con la mirada perdida, pasaban muchas cosas por mi mente, especialmente una que se mantenía latente y me daba vueltas en la cabeza desde el mismo momento en el que me enteré de mi embarazo. Hubo un silencio entre ambos que duró hasta que estacionó el auto en un mirador, allí se podía apreciar la hermosa vista de toda la ciudad. Luis José no pudo escoger otro sintió mejor que ese, la verdad es que se respiraba paz, había mucha calma y el contacto con la naturaleza definitivamente hicieron que me sintiera un poco más tranquila. — Bien, bajemos del auto, es mejor que respires aire puro para que te tranquilices y podamos hablar. Me bajé sin decirle una palabra, estaba cansada de tanto llorar, además de los días que tenía sin dormir desd