Guillermo al ver lo que había sucedido con el encuentro inesperado que yo había tenido con esa pequeña niña, en la que cabía la posibilidad de que se tratara de mi verdadera hija, tomó la decisión de que nos marcháramos de la clínica inmediatamente. — Es mejor que regresemos a casa ahora mismo. — ¿Pero qué estás diciendo Guillermo? No podemos regresar a casa porque aún no me ha visto el psiquiatra, además ya falta poco para que toque mi turno de pasar a mi consulta. No podemos irnos así. Además es importante que le diga al doctor que tuve un recuerdo sobre el nacimiento de mi hija. — Ana Paula ya te dije que debemos marcharnos, ya vendrás a la consulta del psiquiatra en otro momento, pero créeme que sé lo que te digo y debemos irnos ya. Guillermo no dejó que yo dijera u