Mi madre lo veía angustiada, en el fondo presentía lo que estaba a punto de decirle, así que entre sollozos le suplicó: — ¿ Qué pasa Luis José? ¡Habla! Me tienes en zozobra. — Lamento decirles que el señor Pedro… acaba de fallecer. — ¿Qué has dicho? ¿Dime qué has dicho? ¡Eso no puede ser verdad! Pedro no puede estar muerto, eso no es cierto. ¡Nooo! Mi madre cayó al piso mientras lloraba amargamente, no podía asimilar que el hombre con el que había compartido toda una vida, de pronto ya no estaba. Yo en medio de mi shock, solo miré a Luis José, llena de rabia y dolor al mismo tiempo. Sentía que mi vida se había convertido en una verdadera desgracia desde el preciso momento que me topé con Luis José en aquella playa solitaria de Cancún. Él intentó acercarse a mi en ese