No se cuanto tiempo bastaba para saberse enamorada de alguien. No sé si nació ahora o si venía desde antes. Desde que me acompañara a llevar a Mariana, o cuando me sirviera de chofer o tan solo desde la primera vez que lo vi. Quería decirle algo más, en realidad siempre hablábamos muy poco. Nuestros encuentros eran breves y justo queríamos tocarnos, besarnos y no sabía yo cual era su comida favorita o si le daban alegrías las abejas o si le cansaba hacerme el amor de pie en su habitación. Creo que para Reynaldo, la realidad de nuestra situación era muy distinta a la mía, y quise decírselo pero todos salieron corriendo de la casa y rodearon el carro. Mamá estaba de bata de casa todavía, cosa rara en ella, Milagros tenía rollos en la cabeza y el galán de mi hermano ya estaba en botas y rop