Elizabeth se levantó temprano el día lunes, hizo su rutina diaria que incluía dejar a Megan en el instituto, fue al edificio Anderson y se detuvo cuando cruzó la puerta de su oficina por dos motivos. El primero era que Eliot ya se encontraba en el lugar en su escritorio trabajando, regularmente llegaba una hora después y el segundo era que encima de su escritorio se encontraba una orquídea en una maceta. –Buenos días –saludó al entrar entrando cautelosa. –Buenos días, Bety. Ella se fijó en la planta con detalle y después de unos minutos de apreciación se atrevió a preguntar. –¿Es tuyo? Él levantó la mirada y se dio cuenta que Elizabeth señalaba la planta. –Si, es un regalo por acompañarme a la fiesta –comentó –. Sé que no querías ir y aún así lo hiciste, gracias. –No tenías