—¿Qué quieres decir? Hernán se que no voy a ser esa mujer. Nuestras vidas son muy diferentes. Vine aquí porque necesitaba saber si el padre de mi bebé era una persona buena, responsable y decente.
—No tienes que decir lo mismo, una y otra vez, pero ya eso lo habiamos superado. Te has convertido en una parte muy importante de mi vida , yo diría que esencial, creo que tú sientes lo mismo por mí, aunque no quieras aceptarlo. No somos un par desconocidos tratando de buscarle una solucion a un problema. Somos un hombre y una mujer que ha nacido entre nosotros, algo muy especial, yo diría un vínculo muy fuerte . Aquellas palabras se repitieron en su cabeza y otra vez, la voz sarcástica de su subconsciente permaneció en silencio. El pánico que había logrado contener desde el momento en que había descubierto que estaba embarazada comenzó a crecer dentro de ella. Cada vez crecían más y más dudas, prueba de lo demostraba lo poco preparada que estaba para mantener aquella conversación con Hernán
—No puedo hacer esto, en verdad discúlpame y gracias por todo esto, todo estuvo muy hermoso, incluyendo la cena, me pondre en contacto contigo en unos días .
Necesito poner en claro mis pensamientos si en verdad quiero que críes a este niño sin mí o si deberíamos considerar otra opción.
Pasó junto a él en dirección a la casa. De nuevo, el olor a rosas y jazmines la envolvió, pero esta vez se sintió triste. Aquel patio había sido el lugar donde se había fraguado su relación y, de alguna manera, tenía sentido que fuera allí donde le pusiese fin. Su voz interior le decía «No seas tonta. Te gusta este sitio y lo amas». No, de ninguna manera lo amaba. No iba a permitírselo. Todos aquellos a los que había amado, habían muerto.
—¿Sofia?
Volvió la cabeza y vio dolor, agonía y furia en sus ojos. Se había quedado parado, apretando los puños, mirándola. Sintió un nudo en el estómago. Lo único que deseaba era alejarse de él para dejar de sentir aquello.
—No te vayas así , por favor, vamos a hablarlo. Dijo Hernán —Tengo que hacerlo. Quieres algo de mí que no puedo darte, por Dios no lo entiendes. No debí haber permitido que esto pasara.
—No, no es que tú lo permitas. Aunque te cueste aceptarlo, hay una conexión entre nosotros y no importa a donde vayas o donde te encuentres ni qué decisiones tomes, esa conexión siempre estará ahí presente, entre nosotros.
Sofia lo negó con la cabeza. Aquello no podía ser verdad. Nunca antes había estado en una posición así y dudaba mucho de que una vez volviera, a su antigua vida no fuera capaz de pasar página y seguir hacia adelante. Había estado jugando un juego de mentiras, mientras había estado allí, fingiendo ser alguien que en realidad no era. Aquel paraíso no era para ella, sino para la mujer que Hernán pensaba que era.
—Gracias. Dijo Hernán .
—He disfrutado el tiempo que hemos pasado juntos.
—Aja, cómo tú digas. Te llevaré a tú casa.
—No te sientas obligado a hacerlo.
—Para mi no es una obligación, lo hago por qué estás embarazada de mi hijo y no voy a permitir que vuelvas sola para tu casa. Y si no quieres que yo te lleve, puedes pedirle a alguien que venga a buscarte.
Si se quedaba más tiempo, sería más difícil para ambos.
—Está bien, te agradecería que me llevaras.
—No tienes nada que agradecer. Me criaron para ser un caballero, aún que pienses lo contrario. Dijo apretando los dientes.
Pasó a su lado y le sujetó la puerta que daba al salón. Oyó sus pasos detrás y luego el sonido del juego de las llaves al tomarlas de la mesa del vestíbulo. Luego la rodeó para abrirle la puerta y le rozó el hombro con el brazo. Sintió un estremecimiento de deseo y se volvió para apartarse a la vez que lo hacía él. Se chocaron el uno con el otro y sus miradas se encontraron. Sofia sintió que se le rompía el corazón, por ella y por él. Pero sabía que estaba tomando la decisión correcta para el bebé y también para Hernán. Todos en su familia tenían tendencia a la autodestrucción cuando se trataba de amar, y ella no era diferente. Aquello era lo único que podía hacer para que su hijo no creciera como ella y eso era lo importante. El dolor pasaría, a pesar de lo que dijera Hernán
—Espero… Se detuvo. ¿Qué podía decir? No había palabras para expresar lo que quería. La verdad era que deseaba que encontrara la felicidad sin ella y estaba segura de que lo conseguiría. –Sí, lo que sea.
Sofia se dio cuenta de que aquella era su manera de ocultar su dolor.
De camino al auto, también reparó en que nunca había arremetido contra ella. En ocasiones se había enfadado, pero lo peor que le había dicho era una conexión que los unía era fuerte y que tal vez no lograra superarlo. Nada de aquello podía considerarse malvado. Era un hombre maravilloso, la clase de hombre que le gustaría tener si no temiera reconocerlo. Eso le hacía amarlo aún más. Lo amaba. Por eso era tan importante alejarse de él, por el bien de los dos. Cada vez que deseaba, se volvía destructiva. Hicieron el trayecto en silencio y cuando Hernán detuvo el auto ante su casa, ella abrió la puerta y le puso la mano en el brazo para impedir que se bajara a ayudarla.
—Adiós.
—Adios. Replicó él.
Sofia cerró la puerta después de bajarse y echó a andar, mientras él aceleraba y desaparecía en la noche.
No estaba de humor para asistir a una cena familiar. Hacía seis semanas que Sofía se había marchado de Conkal Le había dado instrucciones a su abogado de que llamara al suyo y le mantuviera informado del progreso del bebé. También le había comunicado en una carta que esperaba que hubiera reconsiderado hacerse cargo de su hijo, o tendría que considerar otras opciones, como darlo en adopción. No podía criar solo a un niño y no quería darlo en adopción al igual que sabía que Sofía tampoco. Sus padres, no estaba contenta con esa decisión, así que no le sorprendió encontrarse a su padre esperándolo en una mecedora del porche. En la bandeja que estaba en la mesa de al lado había una bandeja que contenia una botella de whisky, jugo de naranja, agua de coco y agua tónica y unos vasos.
—Hola, papá como estás
—Hola, hijo bien gracias a Dios. ¿Ven sientate, tomate un whisky conmigo?
—No gracias, no quiero.
—Ven siéntate, Hernán –le ordenó su padre.
—Papá… –No te lo estoy pidiendo. Hernán se sentó en una silla y evitó mirar a su padre. A lo largo de su vida, había tenido cinco conversaciones con su padre en aquel porche. Sabía que su padre reservaba las charlas en el porche para asuntos de los que no quería hablar dentro de la casa
—No estoy listo para hablar de esto. Dijo Hernán
—Está bien, entonces, escucha. Pero antes, tomemos un trago. Su padre mezclo whisky con zumo de naranja, agua de coco y agua tónica, agregándole unos cubitos de hielo sirviendolo con un mezclador dentro y se lo entrega a Hernán luego sus tragos.
—Salud hijo
—Salud papá. Padre e hijo chocaron sus vasos y cada uno le da un sorbo a su bebida. Hernán coloco el vaso en la mesa y se recostó en su asiento. Su papá se le queda mirando y le dice:
—No sé qué está pasando entre Sofía y tú, pero tu madre me ha dicho que está embarazada y tú me dijiste que ibas a pedirle que se casara contigo, me he enterado que se a ido y me imagino que es porque ha sucedido algo entre ustedes.
—Es cierto papá, prepare una noche romántica para pedirle matrimonio y me salio que no quiere nada de esto, dice que no está preparada para esta vida y quiere que críe al niño solo o que lo demos en adopción. Ese fue el motivo que la trajo a Conkal.
En ese momento entro la señora Verónica
—¿Para ver cómo eras? ¿Osea, que tipo de hombre eras ? Preguntó la señora Verónica
—Sí , mamá, así es. Contesto Hernán, volviéndose para mirar a su padre. Se sintió abrumado por las emociones y parpadeó varias veces para evitar que una lágrima se asomara en sus ojos y no perder la compostura. Y también para ver cómo era la familia. Ella piensa que la familia Ruiz es estupenda, es perfecta para criar al niño. Ya ves, la familia ha pasado la prueba, pero yo no.
Su padre alargó el brazo por encima de la mesa y le puso la mano en el hombro.
—¿Qué te hace pensar que no pasaste la prueba ?
—Porque se fue y me dejó bien claro que no quiere nada conmigo. Parezco un idiota, ¿Verdad? Me gustaría poder decir que he olvidado todo, ya han pasado seis semanas, papá, y no consigo olvidarla y estoy desesperado.
—El amor es así, no se olvida tan fácil. Sobre todo si es auténtico. Mira tu hermano y Eddy, han superado tantas cosas.
—No puedo. Papá, no puedo me estoy volviendo una persona vacía por dentro. Todo el mundo es capaz de encontrar la felicidad menos yo. Su padre movió la cabeza. –La encontrarás hijo, claro que la vas a encontrar
—No con ella. Dijo su padre. Mientras miraba a la señora Verónica
—No con ella. Tu madre me habló un poco de su familia y parece que tiene algunos problemas que tiene que solucionar. Y tú encontrarás la manera de superarlo, pero tu madre y yo pensamos que deberías hacerte cargo del bebé. No estamos de acuerdo que lo den en adopción. Te ayudaremos como familia, tú cuentas con tus hermanos, con tus sobrinos y se que tús amigos también te ayudarán. Hernán se echó hacia delante, apoyó los codos en las rodillas y se tapo la cara con sus manos. ¿Ocuparse de un bebé? Eso era lo que Sofía quería. Había estado tan afectado por su rechazo que no se había parado a pensar en el bebé. Pero tal y como lo había dicho su madre, no le agradaba la idea de que un Ruiz, fuera criado por personas estrañas. No sabía lo que estaba haciendo, pero ya lo averiguaré.
—De acuerdo. Dijo Hernán. No voy a fingir que sé lo que estoy haciendo, pero le diré a Manuel que quiero la guardia y custodia del niño.
—Asi es hijo, no esperaba menos de ti, siempre te haz comportado como un hombre responsable. ¿Y que vas a hacer con la muchacha ?. Pregunto su padre sirviendo un trago de whisky
—¿En podemos ayudarte ? Pregunto la señora Verónica
—No lo sé, mamá. Me dijo que no se le daban bien las relaciones y a mí tampoco.
—Tal vez podrías mostrarle cómo sería tener una relación contigo. Su padre lo miraba con reservas y no sabía muy bien qué tenía en mente.
—¿Como ? La señora Verónica le hace ciertas sugerencias a Hernán
—Conozco a las mujeres, por qué no la buscas y hablas con ella, de repente ya está más calmada. Dice la señora Verónica
—No sé, no quiero que parezca que estoy desesperado.
—Por supuesto que no hijo, dile que has ido a verla para saber cómo va evolucionando el embarazo y saber del bebé. Una vez te vea, puede ser que cambie de opinión.
—No estoy seguro. La amo, pero ¿es suficiente para convencerla? .
Su padre le dio un golpe por la cabeza
—Por Dios Hernán . El amor es lo más poderoso del mundo. Demuéstrale tu amor hasta que ella se dé cuenta de que también la amas.
—¿Crees que eso funcionará?
Había sido testigo de cómo Raúl y Oscar habían conquistado a las mujeres que amaban.
—Cómo crees que conquisté a tu madre?. Mientras miraba a la señora Verónica.
—Ella quería un citadino, de eso hombres elegantes, no un ganadero de caballos. Pero supe ganármela. Nunca dejé de preguntarle si quería casarse conmigo hasta que un día me dijo que sí.
Hernán sacudió la cabeza. No era un mal plan. Si había aprendido algo en las últimas semanas era que sus sentimientos por Sofia habían crecido. Así que ya estaba, decidido ya tenía un plan y esperanzas para el futuro. Su padre y su mamá tenía razón acerca de estar más cerca de Sofía, pero le propondría que él se hacía cargo del niño, si ella accedia volver a Conkal hasta que diera a luz. Eso le daría ventaja y, con un poco de suerte, el tiempo que le quedaba de embarazo sería suficiente para convencerla de que estaban mejor juntos. No quería perder la esperanza. La amaba demasiado.
Sofia no se sentía bien ese día, pero el equipo de filmación estaba a punto de llegar en cualquier momento. Como los programas se grababan seis meses antes de su emisión, le había pedido al equipo y a la compañía de grabación que guardaran el secreto de su embarazo. Hernán seguía insistiendo para que ambos se implicaran en la vida del bebé. Según avanzaba el embarazo, más le costaba imaginarse a su hijo al cuidado de alguien que no fuera Hernán. A las socias del negocio de las cajas de productos les entusiasmó la idea de crear una línea de futuras novias e insistían en que sacara a la vez la de futuras madres, aprovechando que estaba embarazada. El problema era que no quería concentrarse en eso. Las casi siete semanas que habían transcurrido desde se había marchado de Conkal, cosa que no habían sido fácil. Todos los días extrañaba a Hernán. ¿Cómo era posible? Había dejado atrás familiares, amigos y casas sin echar la vista atrás. Sin embargo, no podía dejar de pensar en él. Había decidido comunicarse con él por medio de abogados y cartas porque temía que si volvía a oír su voz, cambiaría de opinión y correría a su lado. Si solo fueran ellos dos, se atrevería a correr el riesgo, pero había un bebé en el que pensar. Se llevó la mano al vientre, que ya estaba abultado. Para estar en casa, se ponía ropa que resaltase su barriga. Le gustaba pensar en el bebé. Era una forma de tortura. Valentina le había recomendado que reconsiderara la idea de darle el niño a Hernán y lo cierto era que lo estaba haciendo. La vida no le estaba resultando fácil ahora que había vuelto a México
—El equipo de grabación está aquí. ¿Quieres que baje a por ellos?. Pregunto Valentina
—Creo que quieren hacer unas tomas afuera
—Okey
—No amiga más baja y diles que hoy no trabajaremos.
—Esta bien, pero deberías dejar el apartamento. Tendrás que hacerlo en algún momento, no puedes andar escondiendote
—Lo sé, pero todavía no –admitió. Había estado escondiéndose, tratando de encontrar sentido a sus sentimientos. No sabía qué era estar enamorada, pero por la manera en que echaba de menos a Hernán, debía ser algo muy parecido a aquello. Sofia se agachó para recoger a Susy que no paraba de dar vueltas alrededor de sus pies. Se agacho para levantarla y está escondió el hocico en su cuello, para que Sofia le rascaba su cabeza.
—¿Qué te parece si nos vamos a dar un paseo por el Parque Lincoln cuando vuelva ? El clima está agradable y te pones un abrigo para que no se te note la barriga, por si nos encontramos con periodistas o paparazzi. Dijo Valentina
Se quedó mirando a su secretaria y amiga, que la observaba preocupada. Sabía que Lorena había tenido a su bebé, una niña a la que había puesto de nombre Virginia, Eddy y Marlene también le habían estado mandando correos electrónicos y w******p, diciéndole que la extrañaban mucho. Ella también las extrañaba. Penso "No que no tenia por qué echar de menos a nadie. Con volver a Conkal el problema estaba solucionado " . Pero volver a Conkal no era tan sencillo. Se quedó mirando a Valentina por un rato. No era feliz allí. Sabía que debía empezar con la grabación, pero por una vez en la vida no iba a compartir aquello con el resto del mundo, no hasta que recuperare a Hernán. Eso, si aún seguía queriéndola. Estaba enamorada de él y no se sentía bien estando separados. No tenía ni idea de cómo criar a un niño, pero con Hernán a su lado se sentía capaz de intentarlo.
—No, amiga no vamos a ir al parque Lincoln. Valentina se le queda mirando y pregunta
—¿Para dónde quieres ir ?
— ¿Qué te parece si en vez de ir al parque Lincoln, nos vamos a Conkal?. Dijo Sofia
—Gracias a Dios, que reconozcas y aceptes que estas enamorada de Hernán y así se te quite esa treisteza. Sofía se le queda mirando–Si amiga así tú no lo quieras admitir y de paso le hace daño al bebé.
— Si amiga, tienes razón, por más que quise rechazarlo y alejarme de él, tengo que reconocelo que estoy loca por el y me estoy muriendo por necia y tonta.
—Bueno, ve y ocúpate de quien quiera que esté ahí abajo mientras que llamo a la compañía de grabación para cambiar las fechas y llamo al piloto para…
—No, señora, yo me encargo de todo. Mientras le quita el teléfono de las manos. — Para eso soy tú asistente y sabes que los hago con todo el gusto del mundo. Dijo Valentina.
—Creo que quiero ser madre.
—Claro que sí y vas a ser una estupenda y maravillosa mamá. Dijo su amiga, y se acercó para abrazarla.
—Enseguida vuelvo. Valentina salió del apartamento y Sofía tomó su teléfono para echar un vistazo a sus mensajes. No había sabido nada de Alec desde que lo dejó aquella noche. ¿Qué iba a decirle? "Dile lo que sientes, por él, que te mueres por estar a su lado ". Es verdad había llegado la hora de hacer lo contrario de lo que había aprendido para protegerse de que la hicieran daño. Ya era hora que tomara las riendas de su vida sin pensar en los errores que había cometido, ella tenía derecho a ser feliz con el hombre que amaba y formar una familia. Y no iba a despreciar la oportunidad que la vida le estaba brindado.