Leila:
Llegamos y creí ser la más emocionada del grupo. El ambiente estaba cálido y fresco. Las aves volaban encima de los árboles danzando de aquí para allá. No colocamos debajo de un gran roble blanco que daba sombra. Al frente estaba un columpio donde Matt columpiaba a Emma, ella gritaba que la elevara más alto y él sonreía sin parar. Coloqué la manta sobre la grama, organice toda la comida y entonces les hice señas para que se acercaran y ellos se sentaron. Emma en las piernas de Matt. Comimos y hablamos, las pequeñas monerías de Emma cada cierto tiempo se hacían notar y reíamos con ellas. La tarde pasó así, rápida y fluida.
―¿Qué hay de tu papá?― preguntó Matt y enseguida sentí el jugo de naranja desviándose por la nariz haciendo camino a mi cerebro. Tosí repetidamente como si mi
