Cuando llegaron a la playa Alessandro detuvo el caballo, Abril se quedó embelesada viendo el mar tranquilo, las olas que se movían como brazos y formaban una espuma de color nácar . Un poco más a lo lejos vio como algunos barcos se aproximaban al puerto, varias gaviotas estaban pescando en el mar, aquel paisaje era hermoso. Abril nunca hubiera podido imaginar que algún día podría disfrutar de un paisaje como ese, ella se había resignado a vivir toda su vida encerrada y que sus únicos momentos de libertad fueran en aquella pequeña casa en un rincón del palacio real, ella nunca deseó salir, ni siquiera ser libre, por que nunca habia conocido lo que era la libertad, sin darse cuenta sus lágrimas rodaron por sus mejillas. Alessandro bajó del caballo y al ver que estaba llorando le preguntó.