Dando patadas con lágrimas

2163 Words
Ashlyn Los cuatro salimos del edificio de la oficina del grupo y nos dirigimos al estacionamiento. —El edificio de entrenamiento está justo allí —me señaló el Beta Brandon. Era fácilmente el doble del tamaño del centro de recreación humano que vi en la ciudad humana. —Te haremos un recorrido después del entrenamiento —dijo Gamma Liam con una sonrisa. —¿Debería ponerme ropa de entrenamiento? —les pregunté. —Está bien, claro —respondió Mason—, pero date prisa. Asintiendo, me apresuré hacia donde había estacionado mi coche. No tuve que buscar mis llaves, ya que mi coche podía detectar la llave electrónica. Podía desbloquear y abrir el maletero para sacar mi bolsa de gimnasio. Había preparado una para poder ir al gimnasio sin tener que rebuscar en mis maletas. Cerrando el maletero, miré a los chicos, que estaban mirando mi coche. —Tienes razón, Ashlyn. —Mason sonrió mientras volvía hacia ellos. —¿Acerca de qué? —Sabía que se refería al coche. Prácticamente lo estaban devorando con la mirada. —Es precioso —dijo, pero extrañamente no estaba mirando al coche, sino a mí. Le devolví una sonrisa. Entramos al centro de entrenamiento. Era todo lo que uno esperaría encontrar en un centro de recreación. Había un gimnasio y algunas piscinas. Incluso tenía un bar de batidos en la planta baja. Subimos las escaleras hasta la enorme sala de entrenamiento de combate y armas. El suelo estaba acolchado, y habían colocado diferentes armas en dos de las paredes. Noté que había un par de puertas que llevaban a los vestuarios y graderías contra una pared. También había una gran ventana en el lado opuesto de la sala. Parecía que la clase ya estaba esperando a sus entrenadores. Supongo que llegamos tarde. —Empiecen con sus estiramientos y empezaremos en un momento —dijo Mason a la clase. Nos dirigimos hacia los vestuarios. —Este es para las lobas —comentó Liam. Noté que los otros dos ya habían entrado en el vestuario masculino—. Date prisa, hermosa. —Me guiñó un ojo antes de seguir a los otros dos hacia su vestuario. Qué coqueto, pensé, rodando los ojos. Entré en el vestuario para cambiarme lo más rápido posible. Llevaba puesto unos leggings negros, un sostén deportivo blanco, una ajustada chaqueta rosa claro, calcetines y mis zapatillas deportivas. Agarré una goma para el pelo de mi bolsa, mi candado y mi botella de agua antes de guardar mi ropa en la bolsa. Encajé mi bolsa y mi bolso en el casillero y lo cerré con llave. Salí a la sala de entrenamiento mientras me hacía un moño desordenado con el pelo. Los chicos aún no habían salido del vestuario. Me acerqué a la fuente de agua para llenar mi botella. Había muchas miradas sobre mí. Era inquietante, pero para ser honesta, estaba acostumbrada a que la gente me mirara. Estaba saliendo con el futuro Alfa, así que definitivamente me odiaban en el instituto, al menos las chicas. Coloqué mi botella de agua en uno de los bancos y comencé a estirarme también. ¿Qué demonios les está tomando tanto tiempo para salir de aquí? ¿Se olvidaron de cómo ponerse la ropa? Justo cuando estaba sentada en la colchoneta para estirar las piernas, un estudiante se acercó a mí. —¿Eres nueva aquí? —El chico preguntó con una sonrisa mientras se sentaba frente a mí. Era guapo. Tenía el pelo castaño oscuro corto y ojos marrón claro. No estaba tan bronceado como los otros tres, pero estaba más bronceado que yo. Supongo que debería acostumbrarme a ser la más blanca de todos. Mentalmente me reí de mi chiste. —Soy nueva, me llamo Ashlyn. —Le extendí la mano y le sonreí. Él me estrechó la mano. —Soy Henry. Encantado de conocerte, Ashlyn. Mason carraspeó detrás de mí, haciéndome saltar. ¿Cuándo salieron? —Deberíamos comenzar. —Levanté la vista hacia él y me miró frunciendo el ceño. ¿Qué demonios hice? O tal vez esa era su expresión normal—. Emparéjense y distribúyanse —anunció a la clase. Me puse de pie, sintiéndome incómoda al emparejarme. —¿Necesitas un compañero? —preguntó Henry, acercándose a mí. —Claro —le respondí con una sonrisa. Miré alrededor de la sala. Había unos veinte estudiantes. Principalmente hombres, pero también había algunas mujeres y la mayoría de ellas me estaban mirando con odio. No pude evitar sentir que los chicos me estaban desnudando con la mirada. Simplemente les rodé los ojos. La alegría de ser la nueva estudiante. Una cosa que descubrí al salir con un futuro Alfa es que las chicas harían cualquier cosa por llamar su atención. A la mayoría de estas mujeres no les importaba el hombre, solo su posición en el grupo. El poder que conlleva ser una luna y, por supuesto, el dinero. Era bastante triste realmente. Ser una luna es mucho más que eso. Henry me llevó al otro lado de la sala. Se volvió para enfrentarme. —Espero que sepas pelear. No seré fácil contigo, hermosa. —Me guiñó un ojo. —Demuéstramelo, chico guapo —repliqué con una sonrisa. Mi tío y sus amigos guerreros me han estado entrenando durante años. Conocía el terreno de combate. Noté al príncipe, al beta y al gamma observándonos. Nos pusimos en posición de combate y comenzamos a girar el uno alrededor del otro. Mi tío siempre me decía que abriera mis sentidos y esperara hasta tener una oportunidad. Ten paciencia. Henry claramente no tenía paciencia. Me lanzó un puñetazo, lo agarré, le torcí el brazo y lo empujé hacia adelante. El punto entero de esto no era causar daño a la otra persona, pero él sí tenía un gancho derecho fuerte. Tuve que flexionar la mano. Él tropezó, pero se recuperó. Se dio la vuelta para enfrentarme de nuevo con una sonrisa burlona. —Oh, una juguetona —dijo, con la voz ronca. Rodé los ojos ante él. Volvimos a ponernos en posición, girando el uno alrededor del otro. Noté que la clase y los entrenadores habían dejado de mirar para observarnos. —Parece que todas las miradas están puestas en nosotros, princesa. Es tu turno —dijo y sonreí ante su arrogancia. Lancé mi gancho derecho hacia su costado izquierdo y él lo esquivó. Agarré su brazo y giré mi cuerpo, haciéndolo caer al suelo de espaldas. Salté sobre su pecho y golpeé justo al lado de su rostro, haciendo que la alfombra sonara con un fuerte golpe. Salté fuera de él y extendí mi mano para ayudarlo a levantarse. No tomó mi mano y su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido mientras se levantaba. —Tuviste suerte —gruñó. —Wow, eres un mal perdedor, ¿verdad? —Crucé los brazos sobre el pecho y fui hacia mi botella de agua para beber. Los hombres son todos iguales. Nunca quieren que una chica les haga quedar mal. Necesitamos ser indefensas para que ellos nos protejan. Buah. Me estaba poniendo cada vez más nerviosa cuando Gamma Liam se acercó a mí. —Eso estuvo fantástico. ¡Él es uno de los mejores luchadores de la clase! —exclamó—. ¿Quién te enseñó a pelear? —preguntó. Lo miré mientras daba un sorbo de agua. —Mi tío me enseñó a pelear. Es un guerrero. Y supongo que eso explica por qué Henry es un perdedor tan patético. Su ego debe ser del tamaño de una casa —respondí después de tragar mi agua. —Creo que él pensó que solo eras una cara bonita. —Me guiñó un ojo. Reí. —Supongo que tengo el elemento sorpresa de mi lado entonces —dije, lo que lo hizo reír. Pronto, la clase terminó. Me quedé sentada en la banca esperando a que los estudiantes normales se cambiaran y se fueran. Me sentía como si estuviera de vuelta en la secundaria, escondiéndome de las chicas malas. Todas querían ser la Luna de Ian, y nunca podían entender por qué él estaba con alguien como yo, aunque supongo que él no estaba realmente conmigo. También me vestía de forma casual. No sentía que tuviera que impresionar a nadie, ni siquiera me lanzaba sobre él. Aunque eso nunca detuvo los rumores. Aparentemente seduje a Ian, lo perseguí hasta que finalmente aceptó salir conmigo. Sí, claro. Fui yo quien lo persiguió, pero para las otras chicas, yo era la que se interponía en convertirse en su Luna. Finalmente, los chicos salieron de su vestuario, todos vestidos con la ropa que llevaban puesta antes. —¿Por qué no te has cambiado, Ashlyn? —me preguntó Mason levantando una ceja. —Um... solo estaba esperando a que se fueran los estudiantes —les dije. —¿Por qué? —preguntó Liam—. Pronto serás una estudiante. —Porque estoy segura de que meterme en una pelea en mi primer día no sería algo bueno —contesté, mordiéndome el labio inferior. —¿Alguien te dijo algo? —me preguntó Brandon, preocupado. —No, nadie me dijo nada. Mira, ahora todos se han ido. Vuelvo enseguida —expresé, levantándome de la banca. Fui hacia la puerta y entré al vestuario. De todas formas, ellos no lo entenderían, así que no tenía sentido explicarles cómo me sentía. Me apresuré a cambiarme y reuní todas mis pertenencias. Me estaban esperando junto a la puerta cuando salí del vestuario para encontrarme con ellos. Estaba caminando hacia ellos cuando mi teléfono empezó a sonar. Rebusqué en mi bolso para ver quién llamaba y en la pantalla decía que era el hotel. ¿Qué demonios? —Lo siento, necesito contestar esto. —Dejé mi bolso junto a la puerta y contesté mi teléfono. —Hola. —Ashlyn, por favor no cuelgues. —Mi corazón empezó a palpitar con fuerza en mi pecho. ¿Cómo demonios se enteró de que estaba en el hotel y por qué le darían mi número?—. ¿Ashlyn? —preguntó con tristeza. —Sí, ¿Ian? —respondí. Estaba molesta, y sabía que él podía escucharlo. —¿Dónde estás? —quiso saber con tono preocupado. —Eso no importa. ¿Por qué me estás llamando? —Sollocé. —Ashlyn, eres mi pareja y te amo —dijo como si le importara. Hice una pregunta de la que no estaba segura de querer saber la respuesta, mientras caminaba hacia la ventana en el otro lado de la sala de entrenamiento, lejos de los chicos, pero sabía que aún podían escucharme con su oído de lobo. —¿Cuántas veces? —pregunté, conteniendo la respiración. —¿Cuántas veces qué? —repitió, confundido. Y realmente estaba perdiendo la paciencia. —¿Cuántas veces dormiste con ella?  —Traté de mantener mi voz baja, pero estaba lista para estrellar mi teléfono contra el suelo. No respondió—. Ian, en serio no... —No pude terminar antes de que él interrumpiera con su respuesta. —Una vez a la semana desde el año pasado, pero la mayoría de las veces estaba borracho. No me importa ella —confesó. Me quedé impactada. Esto ha estado ocurriendo durante más de un año. Traté de contener mis lágrimas mientras cerraba los ojos para calmarme—. Pero te amo, Ashlyn. Te necesito. Por favor, vuelve a casa, por favor —suplicó. —Ian, no volveré a casa y, si realmente me amaras, no habrías pensado en ninguna otra chica. Y tenía que ser Nicole, ella era mi mejor amiga. ¡Estuve allí para ti, a pesar de todo! —exclamé. —Lo siento mucho. Por favor, dame una oportunidad. Por favor —volvió a rogar. —No me llames a menos que sea para aceptar mi rechazo —le dije antes de colgar. Después de respirar profundamente, apagué mi teléfono. Limpié las lágrimas de mis mejillas y respiré profundamente varias veces para tranquilizarme. Me di la vuelta para volver hacia los chicos. Liam puso un brazo alrededor de mis hombros y Brandon recogió mi bolso. Mason parecía enfadado. —¿Estás bien? —me preguntó Liam mientras salíamos de la sala de entrenamiento, a través del centro recreativo hacia la entrada. —Sí, lamento eso. Estoy segura de que ustedes tienen cosas más importantes que hacer que cuidarme como una niña pequeña. —Cualquier cosa es mejor que hacer papeleo. —Liam me guiñó un ojo. —Oh, vaya. Gracias. —Rodé los ojos y Liam se rio. —Bien, vamos a llevarte a la casa de la manada y a instalarte allí —dijo Mason, sin mirarme. —Está bien —respondí. No tenía sentido luchar contra eso. El rey estaba decidido a que me quedara en la casa de la manada. Solo desearía tener mi propio lugar. Tal vez, en unas semanas, pueda preguntarle al rey sobre eso. Honestamente, solo quiero estar sola. A solas con mis estudios y mi lobo.
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