Su boca hambrienta devoró la de ella arrancándole pequeños gemidos de placer, su cuerpo se retorcía contra el torso de él, las manos masculinas estaban por todas parte de su cuerpo, imparables, no habia forma de que ella pudiera alejarse de él, era prisionera contra el sólido y fuerte pecho, su boca la inmovilizaba contra el colchón, no habia forma de escapar
Y no queria hacerlo
—Por favor —Suplicó, su voz rota a causa del placer, su boca se curvó contra sus labios en una perezosa sonrisa, los labios de él descendieron por su cuello y clavícula hasta detenerse en el cuello en V de su blusa, sus agiles dedos jugaron con los botones hasta revelar el sujetador de encaje n***o, su favorito, dedos expertos se deshicieron de su sujetador y blusa liberando sus pechos que cayeron en su manos abarcándola por completo
—Eres perfecta —Murmuró contra los globos idénticos en sus manos, su voz ronca a causa del deseo y la mirada hambrienta masculina la hicieron estremecer
Nunca se habia sentido tan deseada en su vida, él la miraba como si fuera una especie de tesoro o una piedra preciosa, ningún hombre se habia molestado nunca en observarla de tal forma, apreciarla en un momento como ese, ese hombre le robaba el aliento con sola una mirada y con solo su toque ponía su cuerpo a volar
Su golosa lengua barrio sobre la piel de sus pechos, estos eran suaves y cremosos, su aroma era como la nata con esencia de frutas y un toque de miel, estaba determinado a probar cada centímetro de su piel, su boca jugó contra los montículos hinchados que lo tentaban, lamiéndose los labios y con una rápida mirada al rostro femenino se llevó uno a la boca y estuvo a punto de gemir de placer, ella sabia estupendo, era más de lo que habia imaginado, jadeos de placer inundaron la habitación y él se dio un festín con su pechos alternando su atenciones de uno al otro, deteniéndose siempre en el último momento
—Serás mia Sarah —Murmuró él contra su piel y ella se estremeció ante su declaración, él tenía un acento que nunca habia escuchado antes pero le encantaba, el deseo la consumía de tal manera que no podía murmurar más que incoherencias y emitir algún que otro suspiro de placer
Sus labios descendieron por su estomago, su lengua enredándose en su ombligo y luego bajando un poco más hasta que besó su vientre y empezo un camino de besos hasta su monte de Venus para luego perderse más abajo, el primer contacto de su lengua con el montículo de nervios le arrebato el aliento, la manos de ella se aferraban a las sabanas mientras que su lengua se dedicaba a obtener cada gemido y jadeo de placer que pudiera sacar de ella, la precisión simplemente era demasiada, su cuerpo se tensaba ante la inminente liberación
Estaba tan cerca…
El sonido de la alarma se escucho por toda la alcoba de estilo victoriano en la que Sarah dormía despertándola del tremendo sueño caliente que estaba teniendo, iba en la mejor parte y ahora el aparato con forma de corazón color rosa en una mesa de noche a su lado osaba despertarla
Soltó una maldición y golpeo la almohada con su cabeza, su respiración seguía agitada en su pecho y el calor se habia extendido por todo su cuerpo arremolinándose en el manojo de nervios entre sus piernas
A él le encantaba llevarla al borde y traerla de regreso, Sarah no conocía peor tortura, siempre le pasaba lo mismo, desde que se habia mudado a la hermosa mansión victoriana. Era más pequeña de lo que se suponía debía ser una mansión pero era sumamente antigua, eso era lo que más la habia enamorado del lugar, parecía tener su propia historia y como novelista y escritora que era esa era una de las cosas que más le llamaba la atención de las cosas. Sin embargo desde hace dos semanas que se habia mudado al lugar, al momento en que tocaba su cama y cerraba los ojos sus sueños estaban inundados con la presencia de aquel hombre sacados de sus más oscuras fantasías, él la seducía y jugaba con su cuerpo de la mejor forma posible, todas las mañanas despertaba caliente y cansada como si fuera estado en un maratón de sexo, el sueño parecía corto y realmente duraba toda la noche
—Pff —Suspiró mientras se sentaba, la luz se filtraba por las nuevas cortinas blanca que habia colocado en los ventanales cuando se mudó, antes estaba cubiertas con sabanas negras y gruesas que no permitían tal cosa, Sarah suponía que muchísimo tiempo antes de que fuera de ella la habitación era la un hombre por la decoración del lugar, aparte de que todo la casa mantenía su propio estilo la alcoba principal estaba decorada en detalles rústicos y oscuros que de alguna forma le llamaban la atención, estaba enamorada de la gigantesca cama matrimonial de estilo victoriano, Sarah no sabia cuanto tiempo habia permanecido ahí intacta y sin el menor chirrido, la calidad era tan buena que al menos se habia librado de usar su propia cama individual, habia comprado la Mansión Wichester al banco por un increíble precio, siempre habia soñado con una casa así y como por arte de magia la habia visto en la fotos de un recorrido que tuvo lugar hace un par de años, esas personas ni siquiera entraron simplemente se tomaron fotos junto a la casa y las habían publicados en sus r************* , de alguna manera habia llegado hasta Sarah y fue amor a primera vista, planeaba mudarse desde hace tiempo, salir del ajetreo de la ciudad de Londres y encontrar un lugar tranquilo algo apartado donde pudiera dedicarse a escribir sus nuevas historias, la editorial estaba encima de ella esperando su trabajo y una casa cerca de un encantador pueblo rodeado de absoluto bosque llamado Castle Combe en el condado de Wiltshire habia llegado en el mejor momento a su vida
El hecho de que fuera una hermosa antigua mansión victoriana simplemente era una especie de bonus, Sarah tenía debilidad por la arquitectura antigua y los objetos de esa procedencia que lo más habia fijado sus ojos en ella supo que seria suya
Luego de meses de juntar sus ahorros al fin le pertenecía
Lo único que habia cambiado habían sido las oscuras, gruesas, desgastadas y polvorientas cortinas negras por una bordadas de encaje blanco, el resto de la habitación permanecía igual a como la habia dejado su antiguo dueño, solo que más limpia y libre de polvo, en dos semanas que llevaba viviendo en la mansión no habia terminado de quitar el polvo y el moho por completo, en ocasiones le habia parecido extraño pues para el tiempo que aparentaba el lugar no habia estado tan desbastado y polvoriento como creia, casi parecía que alguien se habia encargado de limpiar un poco
Con pereza y con cada musculo de su cuerpo quejándose se levantó de la cama, estirándose, levantando sus brazos en el aire mientras su camisón se de satín beige con encaje seguía el movimiento dejando sus muslos al descubierto
Era hora de empezar el día