ELIZABETH ALBERDER
Estoy arreglándome con ayuda de una doncella, ella es amable pero ahora no confió, ni en mi sombra, pues en la oscuridad hasta ella desaparece…
Escojo un vestido azul claro, jamás me han gustado los colores claros ¡pero parezco un hermoso ángel con él!, —el corsé no lo aprietes tanto ¡me asfixia!— le regaño
—Donde estuvo esto días, mi Lady— pregunta curiosa la muy atrevida
—Angela, la curiosidad mató al gato— le respondo viéndola a través del espejo
—Disculpe señorita, todos estamos intrigados por lo de la carta— me dice en susurros
—No conocen a mi hermana, fue una broma para Albender— le cuento
—Muy mala, por cierto— dice ella
—¿Pero donde estuvo?— vuelve a preguntar
—¿No viste el estado en que regrese?, en el infierno, estuve enferma en casa de una amiga, la
