Julio – 3,390 a. C. Tierra: Villa de Assur NINSIANNA Lo encontró encaramado en el tejado de la casa de sus padres, agazapado en la misma postura de leopardo que había adoptado aquella noche en la nave, murmurando oraciones en el idioma cliqueante de los Querubines. Los ojos del guerrero brillaban con una luz azul interna que resultaba tan desconcertante como la luz dorada que ardía en los propios ojos de Ninsianna desde que Ella-Quien-Es había decidido hablar a través de ella. Era una mirada sin emociones, pero no cruel ni inhumana. Gracias a su don de lenguas, ahora comprendía que su amado estaba rezando por las vidas que se había visto o******o a tomar. propios —Iré dentro —le llamó—, a buscar suministros para curar tus heridas. Hicieron contacto visual. Mikhail asintió. Ninsia