—Venga, siéntese —le indicó el Jefe con falsa cordialidad. Gimal se sentó junto al emisario, mientras que Immanu se sentó perpendicularmente al Jefe. El chamán señaló el lugar donde debía sentarse, a la derecha de Jamin. Aunque Mikhail no era un experto en la cultura humana, había participado en suficientes reuniones como para que el Jefe quisiera transmitirle que él era, militarmente, uno de sus activos. debíauno La mejilla de Jamin se crispó mientras Mikhail acomodaba torpemente sus alas y se sentaba a su lado, con las piernas cruzadas, en la alfombra, sin golpear a nadie con sus plumas. El Jefe gruñó una amenaza inaudible cuando su hijo abrió la boca para emitir algún tipo de comentario desagradable. Jamin lo fulminó de vuelta con la mirada. La ama de llaves del Jefe, una mujer mayo