CAPÍTULO OCHO Thor hizo todo lo posible para estar a la altura del escudero de Erec, apresurándose para actualizarse mientras se abría paso entre las masas. Había sido un torbellino desde lo de la arena, y apenas podía procesar lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Todavía estaba temblando por dentro, apenas podía creer que había sido aceptado en la Legión, y que había sido nombrado segundo escudero de Erec. “Te lo dije, muchacho— ¡sigue el rito!”, espetó Feithgold. A Thor le molestaba que lo llamaran “muchacho”, especialmente porque el escudero era apenas unos años mayor. Feithgold iba y venía a toda velocidad de entre la multitud, casi como si estuviera tratando de deshacerse de Thor. “¿Siempre hay tanta gente aquí?”, preguntó Thor, tratando de alcanzarlo. “¡Por supuesto que no!”