- ¿A qué te refieres?- pregunté confundida por su respuesta. - A todo, Abril, yo estaba bien hasta que apareciste y me hiciste quererte. Me quedé en silencio por sus palabras, me dolía lo que decía, pero a la vez se sentía realmente bien. Me senté en uno de los sillones y ella se sentó cerca. - Elia...- comencé a decir, porque no sabía qué esperaba de mí. - Calla, no digas nada- me detuvo. Se tapó la cara con ambas manos y frotó sus ojo, ¿estaba llorando? Imposible, Elia no debía ser de las chicas que lloraba. Me levanté y me hinqué frente a ella, seguía sin quitar sus manos. La tomé por las muñecas e intenté quitar sus manos. Al principio se resistió, pero después de unos momentos, terminó por ceder. - ¿Qué está pasando?- le volví a preguntar. - No tenía planes de enamorarme,