El sonido de la Cabalgata de las Valquirias atravesó la oscuridad y me sacó de las profundidades del sueño por el pescuezo. Estiré un brazo y apagué el despertador de mi teléfono. Me tumbé un momento y me froté los ojos. Me levanté de la cama y me puse la bata de tartán. Cogí una taza desportillada de One Direction que contenía una maquinilla de afeitar desechable, un cepillo de dientes y un tubo de pasta dentífrica y abrí la puerta del dormitorio. Me detuve un momento, preguntándome qué había olvidado. Cogí un bote de espuma de afeitar y me lo metí en el bolsillo de la bata. Bajé unas escaleras y atravesé la sucia cocina en dirección al baño compartido, que no estaba menos sucio. No esperaba que nadie estuviera levantado tan temprano, pero cuando llegué me di cuenta de que había alguien e
