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No soy una Reina

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Blurb

La Doctora Anne Preston es una hermosa y joven promesa de la medicina, no cree mucho en el amor por experiencias pasadas y por el testimonio viviente que es su madre.

Una noche, después de una larga jornada en el hospital, todos los residentes de su generación deciden ir al último día del Carnaval de Nueva Orleans, El Mardi Gras, y ella nunca imaginó que esa noche, se abriría una misteriosa puerta que la llevaría a un lugar completamente desconocido para ella.

¿A dónde viajó Anne?

¿Qué le espera en ese lugar extraño?

Tal vez podrá encontrar aquello que tanto anhela y nunca se ha atrevido a decirlo en voz alta, ¿el amor?

Acompáñala en este increíble viaje de autodescubrimiento.

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Cap. 1: Mardi gras
* * * * * * * * * * * * * * —ADVERTENCIA— Esta historia tiene contenido +18 * * * * * * * * * * * * * * Todos los personajes son ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todo lo aquí expresado son ideas y opiniones de los mismos personajes y no reflejan el punto de vista de la Autora. * * * * * * * * * * * * * * PDV Anne: Es de madrugada mientras camino por el pasillo, acabó de salir de una operación de casi diez horas, veo que enfermeras y doctores caminan de un lado a otro, pero puedo sentir como el cansancio se empieza a apoderar súbitamente de mí, no les presto atención a las personas a mi alrededor y me enfilo hacia la sala de descanso, pero justo antes de que pueda llegar a la tan anhelada puerta, mi celular suena y con fastidio leo que soy requerida en la sala de urgencias, diablos, ¿y ahora qué fue lo que habrá pasado? Si no estuviera acercándome a las ochenta horas sin dormir un buen sueño de al menos un par de horas ininterrumpidas, iría saltando de la emoción por ver que cosas me esperan a estas horas en urgencias, la noche suele traer siempre los casos más fascinantes y extraños que uno pudiera imaginarse, pero hoy, sencillamente me siento muy cansada. Entro al lugar y es un completo caos, camillas entran una tras otra, mientras son empujadas por los paramédicos que han traído a los pacientes en las no sé cuántas ambulancias, al parecer hubo una gran pelea en un bar, borrachos, machos alfa, una chica demasiado coqueta o muy borracha, egos lastimados, botellas de vidrio rotas, sillas de madera, huesos fracturados y posibles pérdidas oculares, oh gosh, adiós a mi sueño por otras no sé cuántas horas. Las cuatro de la mañana pronto se convirtieron en las ocho de la noche, ando arrastrando los pies como si me pesaran una tonelada. – Anne, ven, vámonos, nos dieron la noche libre – – Wow, mi cama, al fin – – ¿Cuál cama?, todos vamos al Mardi Gras – – Te aseguro que “todos” no han pasado casi noventa horas sin dormir como yo – – ¿Noventa?, oh d amn, ¿el sexy cardiólogo no te ha dado tregua? – Ay, cállate tonta – le digo dándole una fuerte palmada en el omóplato – el cardiólogo ya no es sexy, y él y yo nada, el nuevo jefe de neuro no me ha dado tregua por días – – ¿Es también así de sexy? – Cállate Lucile, es un hombre de cincuenta y tantos años, casado – – ¿Bien parecido? – – Prefiero su cerebro a su cuerpo, he aprendido mi lección, no habrá más doctores para mí, resultan ser seres completamente engreídos, ególatras y para nada confiables – – Ay bueno, pues con mayor razón, necesitamos alcohol para olvidar al doctor del corazón – me rehúso a caminar y ella le da un par de tirones a mi brazo – anda, vamos, los nuevos también se unirán a la celebración, y si mal no estoy, te perdiste el Mardi del año pasado, por ser una completa nerd – – Ok, ok, pero debo ir a mi casa, a bañarme y cambiarme, aquí ya no tengo rompa limpia – le digo oliéndome la axila, hago un gesto de desagrado, ewww, olvidé mencionar que las ochenta horas tampoco incluyeron las tan necesarias duchas – Vamos, iré contigo, me prestarás ropa – niego con la cabeza, la última vez que le presté ropa, terminé con una blusa y unos leggins que me quedan ahora aguados – Te conozco Anne, eres capaz de apagar tu celular y de no ir, te llevaré así sea a rastras – – Ok, ya cállate y vámonos, ¿trajiste tu auto? – Sí, vámonos. La mujer casi me hace tener un infarto, viene texteando y manejando como alma que lleva el diablo. – Si no sueltas ese celular te juro que saltaré por la ventana en éste preciso instante – Ay ay – – Mi carrera aún no despega y me niego a ser una estadística más de muertes por manejar y usar el celular – Ok ok, ya ya, ahí está – me dijo dejando finalmente al endemoniado dispositivo en el espacio para su café en medio de la consola que está entre los asientos. Llegamos a mi casa y mientras Lucile se daba un baño, busqué ropa para ambas, ella es un poco más voluptuosa que yo, así que supongo que hoy se verá muy sexy, más de lo normal, con ropa un poco más apretada que la suya. – Ándale, apúrate Anne – me dijo tan pronto salió de mi baño envuelta en una toalla – Eso es tuyo, ya vengo – le digo apuntando a la ropa que le voy a prestar. Después de una ducha rápida, me vestí y pronto estábamos saliendo a la calle y subiéndonos a nuestro Uber. – ¿Dónde están? – hizo una pausa mientras apretaba los ojos – ¿dónde? – se tapó de forma graciosa su otro oído con el dedo índice – ah, ok, entiendo, ya vamos las dos en camino – terminó la llamada y después me dice – Nos están esperando en Old Absinthe House – – Ok, supongo que entonces ya habrán empezado – Ya, y al parecer Kyle te tiene una bebida lista – – Oh gosh nooooo, nunca tomaría una bebida comprada por él, tiene mala reputación, bebidas, pastillas, pérdida de memoria, ¡hell no! – – Ay, sólo fue una chica, y todos dijeron que ella era medio, ya sabes, facilona y después se puso rogona y por eso él la empezó a ignorar – Pues yo no le creo, ni que estuviera tan bueno – Lo está, le dicen el Adonis de trauma – Pues no lo es, no es tan guapo, y yo pienso que una chica abusada es una en demasía, no debería existir ninguna y nosotros tampoco permitírselo – – Pues la gente le cree a Kyle, no a Steph – Porque es un club extremadamente machista, exclusivo de hombres – – Pues también las chicas creen en él, ya que Steph se metió el año pasado con el novio de Danielle, así que – – Pues yo me reservo mi opinión y Stephanie también merece el beneficio de la duda, ¿no lo crees? – Ay bueno, evitemos ese tema por el día de hoy – Pues entonces aleja a tu querido amigo Kyle de mí – Ok, ok, lo haré – – Gracias. El auto se detuvo a un par de calles del bar, nos bajamos en la calle Burgundy y empezamos a avanzar por la avenida Bienville, el ruido y la música se escuchaba a la distancia, conforme avanzábamos la vibración de toda la gente que abarrotaba las calles se podía sentir incrementándose, aún a esa distancia se sentía la emoción de todas esas personas, latiendo, al unísono, acelerándome extrañamente el pulso. Cuando estábamos a media calle, Lucile me tomó de la mano y me remolcó, zigzagueando entre la gente, llegamos a la esquina y entramos al antes mencionado y muy famoso bar. Lucile inspeccionó rápidamente el lugar, escaneándolo con su mirada, y de pronto alguien levantó en una mesa de una esquina, una mano y nos dirigimos a la “bola”, como se ha autodenominado mi generación de compañeros residentes. La música es excelente, las risas, la alegría, la energía que entra proveniente de la calle, todo es en verdad genial, el cansancio que sentía hasta antes de bajarme del auto ha desaparecido por completo, supongo que estoy siendo alimentada por la energía positiva de todos los que aquí estamos amontonados unos contra otros. – Hey Anne, ¿quieres un butterfly?, está buenísimo – un olor a alcohol, a cigarro y a perfume de hombre de ochenta años, así como el sonido de su voz rasposa me hizo estremecer, ewww, ¡hell no!, ¡paso! – No Kyle, estoy bien, gracias – le digo mostrándole mi vaso lleno de un colorido trago azul, para después girarme sobre la silla y darle la espalda, buscando a Lucile, quien, al verme abrir unos ojos enormes, se pone de pie y se apresura a venir a mi lado – Hola Kyle, oye Anne, ven conmigo por favor, vamos al baño – me toma de la muñeca y me jala, haciéndome bajar del banco y seguirla. Desaparecemos al otro extremo del bar, y al cruzar por la puerta del baño, en cuanto se cerró esta detrás de nosotros, un ataque de risa se apoderó de ambas. – No Lu, perdóname, pero ese si es un depredador, ¡que miedo! – Jajaja- nos reímos ambas- discúlpame amiguita, nunca lo había visto actuar así, estaba en plena acción de conquistador.

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