BUSCAR UN CAMINO
—¡Vamos Aria! —exclamo fuertemente mientras que el caballo salta un nuevo obstáculo y el publico se pone de pie ante la mejor jinete del país.
Me siento orgulloso de ella y no veo la hora de que podamos estar a solas para pedirle que sea mi esposa. Observo detenidamente la ultima parte de su circuito y cuando me dispongo a ir a felicitarla algo me hace caer al suelo.
—¡Kian! ¡Lo logre! —escucho su voz, pero cuando me quiero levantar para regresar a su lado, algo me lo impide.
—¡Aria, espera no te alejes! —le grito cuando ella se da la vuelta con la clara intención de alejarse de mi—. ¡Aria! —reitero más alto.
—Kian —oigo otra voz—. Kian, despierta —insiste y algo me sacude hasta que abro mis ojos y veo a mi hermana Anya.
Sus ojos están llenos de lagrimas y al mirar a mi alrededor me doy cuenta de donde estoy. Las fotografías de Aria rodean esta sala de velatorio al igual que las coronas de sentido pesame.
—Me quede dormido —trato de justificar, pero mi voz se quiebra ante esta cruda realidad que es haberla perdido.
—Es normal, han sido días muy largos —murmura Anya—. En un momento ya la llevaran al cementerio —explica y solo puedo agachar mi mirada mientras que me siento en el sofá.
—La perdí… tenia tantos sueños con ella —digo a este vacio que me dejo.
Anya se sienta a mi lado y me abraza contra ella dándome las fuerzas que me hacen falta.
—Daría lo que fuera por no verte así —susurra.
—No puedo más, te juro que la veo en todas partes, la sueño constantemente, ¿Cómo voy a seguir sin ella? —me cuestiono y jamás habia entendido tanto a Nicole como la comrpendo ahora.
—Eres fuerte, tienes una vida por delante —insiste, pero sé que no es asi. Ella era mi vida entera.
[…]
Un año despues: 10 de agosto
Dicen que el tiempo lo cura todo, pero ese no es mi caso. Cada paso que doy, cada sueño que tengo, cada caballo que veo me recuerda a ella. Nosotros eramos mucho más que pareja. Yo era quien la amaba, pero también quien cuidaba a su fiel amigo Zion.
Me tomo meses poder volver a verlo, y es que en el fondo quise culparlo de la caída que sufrió Aria, pero el peritaje que hicieron los expertos arrojó que la caída de Aria fue causada porque el cuero de la silla cedió y por ende hubo un desequilibrio.
Quise hacer las pases con Zion, quise volver a ser su veterinario, pero simplemente no he podido ni siquiera volver a pisar mi clínica. Cada paso que doy, cada competencia que veo, cada foto de nuestros viajes que veo, e incluso cada canción que escucho me lleva a ella.
—Hijo —escucho la voz de mi madre entrando a la sala de juntas.
Levanto mi mirada y sé que soy quien menos pisa esta empresa, pero hoy he hecho una excepción.
—¿Sí? —cuestiono y ella simplemente aparta la silla que esta a mi lado y se sienta.
—Ya los compradores se han ido, estaban muy entusiasmados con la clínica —comenta.
—Lo sé, lo vi en sus caras —murmuro.
—¿Y que harás ahora? —averigua y sé que le preocupa lo mal que estoy.
Niego con mi cabeza.
—No lo sé, no puedo ni siquiera pisar el establo sin sentir que se me rompe el corazón —explico.
—¿Abandonaras tu amor por los caballos? Kian, yo no quiero presionarte, pero hagas lo que hagas, ella no va a regresar. Duele, claro que si, pero apenas tienes 28 años y no quiero verte hundido por esto —explica.
—No te preocupes por mi ma, algo hare —justifico y beso su frente—. Te quiero, debo irme —concluyo para que ella no se sienta peor y me voy.
Claro que me duele haberme deshecho de todo lo que habia conseguido, pero siento que no puedo seguir aquí que el lugar donde la conocí ya no tenia sentido si no estaba ella. No tengo idea de lo que hare, pero debo buscar un nuevo camino para poder sanar mi corazón.