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2086 Words
CAPÍTULO 4 Una patada en mi pierna me hace despertar del susto con el credo en la boca, volteo para observar a la causante de que me haya despertado de golpe y por supuesto que es Elena, que siempre ha sido terrible acompañante de sueño, además de hablar sola, cantar y a veces hasta se reírse dormida, patea como si estuviese en un ring de boxeo. Me estiro aun con ganas de dormir y el cuerpo pesado pero es imposible que vuelva a caer a los brazos de Morfeo, una vez estoy despierta en la mañana no puedo hacer nada al respecto y es triste. Me levanto encaminada al cuarto de aseo con sigilo pues no quiero despertar a las gemelas que se hallan sumidas en un envidiable sueño profundo, bastante movida tuvimos la noche con un maratón de Crepúsculo que dejamos a la mitad, sin duda, ver a mi amor adolescente Robert Pattinson puede distraer hasta al más preocupado. Luego de una pijamada como la que no teníamos hacía mucho tiempo nos dormimos bastante antes de terminar la tercera película de la saga. Agradezco a que la cama de Elena sea King size porque mi dolor de espalda podría ser exageradamente peor. Me dispongo a ir a la habitación de invitados en donde Leila y yo dejamos ropa nuestra en casos como estos, cuando ocurre alguna urgencia entre nosotras tres o se nos apetece una noche de chicas de última hora para actualizarnos con los últimos acontecimientos de nuestras, ahora me doy cuenta, alocadas vidas. Abro la manilla de la ducha para dejar que el agua caiga a mi cabeza despejando mi mente, no hay nada mejor que una buena ducha fría para pensar o simplemente dejar de hacerlo. La mente también necesita un respiro. Una vez me he aseado salgo del baño con la toalla alrededor de mi cuerpo. Me visto ignorando la vocecita de mi mente que me grita “Hazte la prueba, hazte la prueba, estás embarazada.” Que pelea con la otra diciéndole “¿Cómo puedes estarlo, si llevas tanto tiempo con la pastilla?” Vale, es que nunca antes mi vida s****l había sido tan activa, aun así, eso no tiene nada que ver y lo tengo muy en claro. Me tienta buscar el porcentaje de mujeres que resultan embarazadas aun tomando la píldora anticonceptiva pero no lo hago, lo que haría sería aumentar mi ansiedad. En algún momento lo tendré que hacer, o mi menstruación simplemente hará acto de aparición a última hora para calmar los estragos. Lo cierto es que no tengo la valentía de hacerlo, no sería capaz de enfrentar la realidad si lo estuviese. ¿Pero y si lo estuviese? ¿Si en mi vientre se estuviese creando el milagro de la vida? ¿Un hijo con el hombre que me ha roto el corazón no una, sino dos veces? Sería una locura. Dentro de la habitación pega un aroma fuertísimo a café que me hace fruncir el ceño, al abrir la puerta lo primero que veo es a Leila arreglando su fabuloso vestido con una rapidez digna de admiración, seguido de ponerse los altos tacones con una agilidad que podría ser fácilmente premiado por los record Guinness. ¿Cuánto tiempo he estado pensando, duchándome y vistiéndome que estás dos ya están en el ruedo? —¡Oh, joder! —Exclama Leila, para empezar a correr hacia la cocina donde la sigo para hallar a Elena a punto de llevarse una humeante taza de café a la boca—. ¡¿Pero y a ti que te pasa?! ¡¿Es que no ves que estás embarazada y la cafeína es un no rotundo para ti, tonta?! —¡Es una costumbre! —Grita mi hermana en estado de gestación siendo una completa maniática. Tal y como una desquiciada hiciera o un adicto al que se le niega su droga—. De hecho, es mi única adicción y no puedo dejarlo así de fácil. ¡Tienes que entenderme! —Pues debes hacerlo por el bien de mi sobrino —dice Leila con una autoridad que me hace reír por lo bajo pero decido meterme en medio de ellas dos antes de que se jalen por las moñas. No nos conviene que la futura esposa se meta en una pelea a tan poco tiempo de la celebración. Su último deseo sería que llegue con el rostro medio arañado. —Lamentablemente y por primera vez, Leila tiene absolutamente toda la razón, Lena. Debes dejar el café por el bien de la criatura, y tú… ¿Se puede saber qué le sucedió a tu cabello y a dónde vas así? —¡Mi cabello! Ay, no puede ser. Voy llegando tarde a todo, que tengo cita en el salón en una hora y antes debo de ver a mi prometido… ¿Si recuerdan que está noche será mi despedida de soltera, verdad, lelas? ¡Más les vale haber encontrado a mis Henry’s! Me voy, y Elena, por amor a Cristo, suelta el café —vocifera con extremo apuro para salir del departamento corriendo—. Por cierto, no elijan nada, yo traeré sus vestidos. Las dos nos reímos para vernos casi de inmediato con la preocupación en la mirada pensando exactamente en lo mismo, ¿Dónde encontraremos a un hombre idéntico o similar a Henry Cavill? Más fácil me resultaría irme a una mina y encontrar oro. Otra cosa que me inquieta es la elección de atuendos de mi queridísima hermana, siendo víctima y testigo de sus gustos lo más probable es que a mi vestido le falte medio metro de tela. —Es en serio cuando decimos lo del café —le observo a Lena, que me extiende la taza a mí, que la miro como si fuera veneno. Si estoy en estado, tal y como lo está ella, pues no debería tampoco. Niego con la cabeza apresuradamente a lo que ella me observa con rareza para escurrir el líquido en el lavaplatos con lastima. —¿Se puede saber qué te sucede, si tú eres tan o más adicta a esta bebida de los dioses que yo? No me digas que también estás embarazada —agrega con todo el sarcasmo del mundo a lo que yo sonrío con incomodidad. Ella parece notar mi reacción lenta y abre los labios en una perfecta “O” dejando salir un jadeo de asombro—. No me digas… ¿Estás esperando un hijo de…? —No, no, no y no. ¿Cómo crees? Ni te atrevas a terminar esa frase —Me adelanto sintiéndome algo culpable por mentirle, pero es que no sabe guardar secretos y no me puedo arriesgar a que en un ataque de sinceridad me traicione—. La cafeína simplemente es dañina. Ella asiente con la cabeza lentamente como si estuviese asimilando en cámara lenta lo que le acabo de decir para repetir lo que le he dicho como si estuviese saboreando las palabras, —“La cafeína simplemente es dañina”. Vaya, y te viniste a dar cuenta algunos muchos años después, ¿No? Algo tarde… Interesante —gesticula como si se estuviese saboreando las palabras con lentitud, para alejarse en camino a su habitación con un semblante pensativo que no me pasa desapercibido—. Iré a dormir un rato más, aun es muy temprano… Pondré una alarma antes de que todos lleguen —dice, recordándome que el punto de encuentro para ir a la despedida de soltera es justo aquí. Como si ella sospechara que están allí, tomo mi cartera con sigilo para esconderla, allí dentro se encuentran las dos pruebas de embarazo intactas que no quiero ni siquiera observar. Un bostezo sale de mi boca seguida de estirar mi cuerpo lastimado por la posición en la que dormí anoche y sé que debería hacer lo mismo que ella, no sin antes hablar con la pieza clave que podría encontrar un stripper similar al hermoso de Henry Cavill. Me echo en la cama del cuarto de huéspedes pues realmente necesito un sueño reparador no sin antes fijar una alarma en mi teléfono, que pongo a cargar pues se ha descargado de tantas llamadas perdidas, si fuera posible creo que ya estuviese fundido con la exageración de notificaciones que tiene. Abro los ojos sin poder despegar mi vista anonadada de la increíble cantidad de llamadas perdidas y mensajes de números desconocidos tanto como el de él. Frunzo el ceño colmada de indignación al ver los nombres de Kurt y Astrid, Todavía no logra entrarme a la mente, ¿En serio tuvo que meter a sus hermanos en todo este drama? Espero y no se le ocurra inmiscuir a nuestros padres, porque eso si estaría disparatado. Borro todo sin leer, pues no tiene absolutamente nada que explicarme, nada de lo que pueda leer va a cambiar mi mentalidad, lo que escuché nadie me lo ha contado. Al final no tiene muy buenos contactos o no le ha dado la gana averiguar dónde me encuentro, pues hace mucho me hubiese rastreado. Sonrío ante su actuación llena de cinismo sin saber por qué rayos querría llamarme tanto. Ya debería dejarlo ser, no hay nada más que decir. Suelto el teléfono y me doy la vuelta para intentar dormir, pero no dejo de pensar en él y el daño que me ha causado. Más bien y para ser justos, que yo misma me he infringido, las lágrimas caen, el corazón acelerado y las ganas de vomitar por la ansiedad que empieza a brotar de mi cuerpo se hacen presentes. Ni siquiera porque Bastian se presentara aquí y ahora en este lugar, en este mismo instante, intentando convencerme de que lo que he escuchado salir de sus condenados labios no es real me aliviaría. Se lo que oí, como desearía que fuera falso. No duele nada más, sino que quema y arde en lo más profundo de mi corazón. Lo único que puedo hacer es llorar y llorar en silencio hasta conciliar el duro sueño que me avecina sintiendo mi pecho apretado del dolor. La alarma suena estrepitosamente a lo que la apago con velocidad, no hay nada que odie más que su molesto ruido. Decido salir para hacer algo de comer para Lena y para mí, seguido de tomarme otra ducha rápida para refrescarme e intentar bajar la hinchazón en mi rostro, ¿La causa? De tanto llanto, a lo que procedo con arreglar mi cabello y mi maquillaje. Ella y yo nos arreglamos disfrutando de un momento ameno en silencio escuchando música en bajo volumen terminando antes de tiempo. El timbre suena y ambas sabemos que debe tratarse de los invitados que nos verán en nuestras fachas pues la protagonista de la noche no ha llegado con nuestros minivestidos. Bridget, Ben, Lyd, Sandra y Olivia aparecen detrás de la puerta con sus mejores vestimentas esbozando sonrisas de felicidad. Bridget, lleva un vestido blanco que le llega más arriba de las rodillas, Ben, usa una camisa de vestir de seda junto a unos pantalones que le asientan demasiado bien en sus duras y trabajadas piernas de gimnasio. Lyd usa un enterizo que le queda espectacular en su delgada musculatura y Sandra lleva una ajustada falda de cuerina junto a una blusa que la hace ver más que espectacular. En todo esto la única que desentona es Olivia, que usa un raro vestido viejo y anticuado que no le hacen justicia a su belleza interior tanto como exterior. Su cabello meticulosamente peinado recogido en una coleta alta y su rostro limpio sin una gota de maquillaje no se ven para nada mal, diría que ella no necesita el maquillaje, pero si cambiar de vestuario. —Melanie Bell… Me lo vas a agradecer toda la vida. ¡Adivina que te he conseguido! —Grita Lyd con una sonrisa de alegría en cuanto me ve abrazándome con mucha fuerza. —¿Los Henry’s? —Inquiero esperanzada, no quiero arruinar la despedida de soltera de mi hermana, es lo último que desearía. —Por supuesto —me afirma, su sonrisa que no cesa me indica que todo está bien planeado. —Lyd, te amo —le digo en un suspiro que dice en pocas palabras “Me has salvado” ella se ríe y vuelve a abrazarme con cariño, al soltarla procedo a saludar a los demás que se me acercan. El peso en mis hombros desaparece, puedo respirar hondo tranquila esbozando una clara sonrisa de felicidad.
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