CAPÍTULO CUATRO Caitlin y Caleb caminaban por la empinada ladera de la montaña hacia la aldea de Nazaret. El terreno era rocoso, y se resbalaban más que caminaban por la ladera empinada, levantando tierra. A medida que avanzaban, el terreno comenzó a cambiar, la roca dio paso a matas de maleza y alguna palmera, y luego a hierba. Finalmente, llegaron a un olivar y caminaron en medio de hileras de olivos, mientras continuaban hacia la ciudad. Caitlin miró de cerca las ramas y vio miles de pequeñas aceitunas que brillaban en el sol, y se maravilló de lo bonitas que eran. Cuanto más se acercaban a la ciudad, los árboles eran más verdes. Caitlin miró hacia abajo y desde ese punto pudo tener una vista de pájaro del valle y la ciudad. Como un pequeño pueblo enclavado en medio de enormes valles