When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Emmanuel se queda helado por unos segundos ante la pregunta de Carolina, y luego se da vuelta, y le dice: — No muy bien. Carolina se levanta de su silla muy asustada, diciéndole: — ¿Le paso algo al cachorro? — No sé cómo decirte… — ¿El perro se murió? — No, no, no, se me perdió. — ¿Pero cómo fue eso? — No sé, de pronto, se me había quedado la puerta abierta. Y puede ser que el perro se haya ido. — ¿Y ya lo buscaste en los apartamentos vecinos? — Si, y no esta… ya me resigné, el perro se perdió. — Qué más da, entonces te voy a regalar otro. Emmanuel se exalta bastante, y le dice: — No, no, no, quédate tranquila. — Pero es tu regalo. — Puedes regalarme una salida a comer o que se yo, pero otro perro no, quede traumado con el que se perdió. — Te ent