La respiración de Joaquín se agitó. Observó paralizado como la muy descarada giró su silla y se levantó la corta falda de su vestido, y abrió sus piernas, mostrándole obscena su bien depilado sexo. Enseguida el m*****o del joven se endureció, y más cuando las manos de María Paz empezaron a recorrer sus muslos y uno de sus dedos llegó a su centro. Los labios del joven Duque se abrieron en una gran O, jadeó al verla dándose placer, sus pupilas se dilataron, y entonces él se abrió la bragueta del pantalón, y también sus manos empezaron a brindarse satisfacción, además que los gemidos de su chica lo excitaban cada vez más. María Paz mordió sus labios y todo su ser se erizó. Sintió como si miles de hormigas le recorrieran la piel, miró la gran erección de su chico y su vientre se estremeció,