“… Son tus labios el ángel de la tentación…” Alberto Plaza. **** Semanas después. María Paz se observaba al espejo, retocaba por última vez su maquillaje. Se miraba de todos los ángulos, acomodaba unos mechones de su cabello, ese día era muy especial, cumplía sus dieciocho años, convenció a sus padres de realizar la celebración en una discoteca de la ciudad. Ellos le dieron gusto. —¿A quién quieres impresionar? —preguntó su madre ingresando a la habitación de su hija. —A nadie mamá —respondió sonriente la muchacha, mientras Diana, le acomodaba el cabello—. Gracias. —Las dos se observaron al espejo, y luego María Paz miró con ternura a su progenitora—. Te amo, eres mi mejor ejemplo. Te admiro mucho. Diana observó a su hija con lágrimas en los ojos muy emocionada. —Mi niña —mencionó