¿Quién eres? (2 parte de Ella es mi Medicina)

Recuerdos

— ¡Eres mía y siempre lo serás! — Dice el hombre en forma posesiva— ¡No puedes ver, sonreír, hablar o siquiera pensar en otro hombre! No me faltes Paulina porque si no...

— ... Y-y-o n-no te he faltado — digo temerosa de su gran reacción.

— ¡¿Cómo qué no? — Grita mientras me agarra con mucha fuerza— ¡¿Entonces imaginé que estabas hablando con ese estúpido de Brian? ¿También me imaginé como le sonreía mientras él te mirada descaradamente?!

— ¡Por Dios! Amor, solo estaba conversado con tu amigo mientras venias a nuestro encuentro. El que me encontraras hablando con él fue una coincidencia — digo tratando de explicarle.

— ¿Coincidencia? — Dice furioso— ¿me crees estúpido?

— No es nada de lo que piensas. Lo que paso fue que tu amigo me vio y al ser conocido tuyo decidí hablar con él, nada más — insisto.

— ¿No es lo que pienso? — pregunta indignado.

— Nada malo — digo para calmarlo.

— ¿Nada malo? — Repite— No, seguro revolcarte con mi amigo no es nada malo, nada malo según tu moral.

Abro mi boca, pero el habla primero.

— Mira Paulina, no me interesa lo zorra que eras, pero mientras estás conmigo ¡Tienes que dejar tu puntería en el olvido! — Dice advirtiéndome con su dedo índice.

— ¿Lo zorra que era? — Repito sus palabras herida— Si eso piensas de mí ¿Por qué me tienes como tu novia? — Digo con valor.

— Porque mi debilidad son las zorras como tú — dice acercándose a mí con su arrogante sonrisa.

Bastó eso ultimo para darle una fuerte bofetada.

Ya bastaba con que me arrastrara por el cabello de la cafetería desde la Universidad porque me vio hablando con su amigo, el mismo que él me presentó.

Mi paciencia tenía un límite y ya había llegado a ese.

Llevamos un año juntos y la verdad es que, aunque anteriormente se portaba un tanto posesivo, jamás había llegado a este punto. A humillarme de esta manera y no podía permitírselo.

— El hombre hace a la mujer y la mujer hace al hombre. No permitas maltratos ni humillaciones ya que después que se lo permitas será casi imposible que recuperes tu dignidad — escuchaba a mi madre decirle a nuestra vecina.

Ello lo decía cuando su esposo le gritó enfrente de todos, después de eso, ella hizo caso omiso al consejo de mi madre y al poco tiempo los grito en público se convirtieron en golpes que comenzaron en casa para después golpearla en cualquier lugar público o privado

— ¿Quiero eso? Claro que no. La verdad es que no se lo puedo permitir, cuando ya se cómo puede terminar.

— Ni se te ocurra volverme a buscar — le digo amenazante— A partir de ahora tú y yo no somos nada — coloco un paso atrás para posteriormente rodar sobre mis pies.

— Te dije que solo eres y serás mía — dice mientras me toma por el cabello y me tira al suelo— No ha nacido la mujer que me deje y créeme que tú no lo serás — dice mientras siento como mi mejilla izquierda arde por la cachetada que recién recibo.

Me quejo del dolor mientras sangre corre mi labio, pero eso no le bastó. Recibo otra cachetada para después levantarme del suelo impulsada por la mano en la que sostiene mi cabello.

— Que sea la última vez que te la das de zorra y altanera. Porque para la próxima te juro, así como me llamo José Sánchez que con lo que te haga si te vuelves a comportar así no sé si puedas contarlo — dice mientras me da un beso en la mejilla y suelta bruscamente mi cabello.

Despierto

— ¡José! — Digo inmediatamente mientras me reincorporo de la cama— ¡Era él! — digo agitada.

— Tranquila hermana — dice Charles— Tranquila, estas a salvo.

— ¡Era él! — Digo angustiada— Lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente, él era con quien soñaba. No — me corrijo— Era a él quien recordaba en mis sueños y sí, mis sueños me imploraban recordar a esa persona que es una amenaza en mi vida. Lo recuerdo perfectamente — digo estremeciéndome.

— Cálmate, hermanita — Dice Charles— Solo fue un sueño.

— No, no es un sueño. Se perfectamente que eso no fue un simple sueño. Eso fue un recuerdo, un recuerdo de la primera vez que ese hombre me golpeo — digo mirándolo a los ojos. Una de tantas. Estoy muy segura de ello, mi cuerpo me hace recordarlo.

>> El miedo que me produce escuchar el nombre de ese hombre es abismal. Tengo miedo — digo entre lágrimas— Intente ser una mujer fuerte y solo logre caer en un pozo profundo de dolor y desesperanza. Quise ser alguien que no era y perdí la poca valentía que poseía.

— Discúlpame, hermana — dice abrazándome fuertemente— Perdón por irme. Perdón, por dejarte atrás sin ningún tipo de protección.

— No, no tengo nada que perdonar. Solo puedo decirte que si tú de verdad eres mi hermano quiero pedirte perdón ya que por mi culpa mataron a nuestros padres — digo entre llanto mientras siento como el cuerpo de mi hermano se estremece.

— Sí, lo recuerdo todo — digo mientras Charles me suelta de su abrazo— recuerdo todo el calvario que sufrí con ese hombre. — Recuerdo su rostro perfectamente y las miles de veces que me golpeo.

>> Así como también recuerdo las miles de veces que intente alejarme de él y no funciono. Solo encontré paz cuando él se aburrió de mí. Pero eso solo duro pocos meses, hasta que apareció de nuevo en mi vida y justamente hice lo que estaba acostumbrada con él, intentar huir.

— Pero paso todo como siempre, yo perdiendo todo lo que quería mientras a él no le daba ni un más mínimo de remordimiento de conciencia. — Charles limpiaba mis lágrimas mientras yo hipaba — Por mi culpa — dije mientras me golpeaba fuertemente el pecho— Por mi culpa, papá y mamá están...

— Tranquila — Dice Charles— Aquí estoy yo para protegerte.

— No hay nada que proteger, ya que no hay nada. Él destruyo todo en mí — Digo.

— Te equivocas — Dice Charles— Este solo en el comienzo. Solo te digo algo, si todavía estas soportando tanto es porque todavía no has llegado a tu limite, tampoco dejes que por culpa de José llegues a él. Ya que haría que él logrará su propósito.

— ¿Y cuál era? — pregunto hipando

— Que perdieras tu fe, fuerza y valentía — Dice mientras me toma con ambas manos mi rostro — Pero, tengo que decirle que por mucho que lo intente no lo logrará, porque sé de qué eres capaz, porque sé quién eres.