No podía comprender como era posible que bajo su toque mi cuerpo se relajaba e incluso esas partes de mi mente que siempre estaban en conflicto cuando quería escoger algo, esta vez, estaban de acuerdo en seguir. No me sentía avergonzada, cohibida, ni mucho menos abrumada. Me sentía bien, completamente feliz y eso era lo que me hacía sentirme nueva. Porque, aunque esto no lo había experimentado antes, no sentía miedo, si no, que una nueva versión de mí aparecía ahora. — Yo… no puedo… — Si puedes. — susurra Pablo para salir de mí y besarme con tanta intensidad que cualquier cosa que estaba por decir, mueren en mi garganta. El beso es intenso y lo increíble es que él no olvida enjabonar cada parte de mi cuerpo y abriendo la regadera, el jabón desaparece de mi cuerpo, mientras sus caricia