NUEVE
Sarah estaba sentada en la mesa de la cocina con una gran taza de café entre las manos como si fuera lo más preciado del mundo. De hecho, lo era probablemente en ese momento. Después del incidente con Ricky, así le dijo que se llamaba, su mundo estaba en peligro de desmoronarse. El bastardo abrió repetidamente sus piernas, destruyó su rostro y robó su auto, dejando su vida rota en pedazos para que todos la vieran. La policía había sido amable, paciente, especialmente la mujer. El hombre se quedó allí, con lentes de sol que ocultaban sus rasgos, pero ella sabía lo que estaba pensando. Los hombres españoles eran tan críticos, tan indiferentes a cómo se sentían las mujeres. España, una extraña dicotomía de un estado de Europa occidental que intenta desesperadamente convertirse en parte
