VEINTICINCO
Linny se fue a la cama después de la ducha, el sonido de un automóvil, probablemente el de Ryan, entrando en el patio, lo último que escuchó antes de que su cabeza tocara la almohada y el sueño la envolviera. Dos segundos después, sus ojos se abrieron de golpe. El insistente golpeteo de alguien tocando la puerta principal, un dedo presionado contra el timbre. No te rindas. Se levantó de la cama, la ira ya reemplazaba a la fatiga. Si se trataba de Ryan, olvidando su llave, molestándola así, él sentiría malditamente todo el peso de su ira.
No era su novio. Un hombre pequeño español secándose la frente con un pañuelo, sudando en su traje. Sus ojos se hicieron más redondos al ver a Linny. Muy agradecido.
"Buenos días, Señorita. Soy el Capitán Domingo y deseo hablar con su esposo
