Capítulo 11

1008 Words
Escuchar mi nombre en su boca me dio escalofrío. Nos miramos, y el tiempo volvió a detenerse como esa tarde... hasta que desvió la mirada. No quise encajar su retirada y le tendí la mano. - ¿Hacemos las paces? Miró mi mano, y a mí, y se mordió el labio. Disimulé lo mejor que pude mi enfado y mi decepción. ¿En qué momento pensé que me chocaría la mano? Sólo había respondido a mis preguntas porque no quería que corrieran más rumores sobre él. Sin embargo, antes de que la retirara me la tomó. - En paz – repitió, aunque me ofreció una mano huidiza en un apretón fugaz. Parecía que le diera asco tocarme o acercarse a mí. Se hizo un silencio. Había contestado a mis preguntas, no tenía más motivos para quedarme, pero esa era precisamente lo que quería; quedarme, seguir hablando con él de todo y de nada. - Ya he respondido a tus preguntas – dijo como si me hubiera leído los pensamientos -, puedes marcharte, tus padres te estarán esperando. Con la barbilla me indicó el pasillo por el que había llegado. Me estaba echando, no cabía duda. - Entonces hasta mañana – me despedí disimulando el fastidio. Salí por el pasillo alumbrándome con la linterna, observando los cuadros. Cuando salté por encima de unos cristales rotos perdí el equilibrio. Sin querer golpeé la linterna contra la pared para no caerme y se apagó. Por mucho que la agitara y maldijera, no volvió a funcionar. Sin previo aviso tenía a Min Yoongi a mi lado. ¿Cómo era tan silencioso? Aunque sonara absurdo, tenía que haber algo extraño en él - ¿Por dónde has entrado? – dijo asiendo mi hombro. - Por ahí atrás – dije levantando el brazo -. ¿Por? - Yo te llevo – dijo tirando de mí -, no sea que te rompas la crisma. Tuve que fiarme de él, porque a la velocidad que me llevó no veía nada. No exageró cuando me dijo que veía bien en la oscuridad, sorteaba obstáculos que yo no hubiera visto. No sé cómo hubiera llegado a la salida de no ser por él. - ¿Por ahí? – preguntó. Asentí, se subió al sofá y se agarró al marco de la ventana. - ¿Adonde vas? – pregunté. - Te acompaño al coche – dijo mirándome. - ¿Y eso? - ¿Por qué no? - Pensaba que todavía no querías irte. - Tengo cosas que hacer – dijo encogiéndose de hombros -. Me da igual irme ahora o más tarde. Antes de que pudiera decir nada, ya estaba saliendo sin esfuerzo por la ventana. Me levantó desde el otro lado para ayudarme, y no me quedó más remedio que agarrarme a él en un abrazo. Cuando tuve los pies en el suelo, me soltó de forma inesperada, perdí el equilibrio y empujé un cubo de basura. La tapa de metal cayó provocando un gran estrépito. No se encendió ninguna luz; parecía que a nadie le importaba lo que pasara en la calle, o bien todos los edificios estaban abandonados. Min me miró irritado, colocó la tapa en si sitio, se subió al cubo y ajustó la ventana, aunque no la cerró. Devolvimos el cubo de basura a su sitio y, de repente, Min levantó la cabeza y miró al final del callejón como si pasara algo. Con un rápido movimiento me cubrió entre su pecho y la pared matándome del susto. Intenté apartarlo de mí, sin comprender nada, hasta que oí la voz de un hombre a unos dos metros de Min Yoongi; entonces me agarré fuerte a su camiseta. No podía entender qué decía, aunque Yoongi se volvió un poco y le respondió en el mismo idioma. A pesar de todo seguía protegiéndome, situado entre el hombre y yo. No quería que me viera, o por lo menos no a la cara, así como tampoco quería que le viera la suya, por lo que mantenía la cabeza baja. De nuevo intercambiaron unas palabras y el otro soltó una carcajada que me puso la piel de gallina. De nuevo hubo silencio. NO se apartó de mí hasta que estuvo seguro de que el otro no volvería. - ¿Quién era? – pregunté -. ¿Qué quería? - Preguntó que si quería compartir – me aclaró mirando todavía al final del callejón. - ¿Compartir? - ¡Compartir! – dijo, y me quedó claro a qué se refería por el tono que había empleado. Me cogió del brazo y nos pusimos a caminar. - ¿de qué conocías a ese tipo? – pregunté. - ¿Quién te ha dicho que lo conozco? - Hablasteis el mismo idioma. - Eso no quiere decir nada. Se asomó por la esquina, miró a ambos lados de la calle, y seguimos caminando, él agarrándome del brazo -. ¿Dónde está tu coche? – preguntó. En la entrada del teatro se montó en la moto y me ordenó que subiera. Arrancó con un rugido y me senté detrás de él. Fuera quien fuera ese tipo, si Min Yoongi me llevaba en moto hasta mi coche, que no estaba tan lejos, tenía que ser peligroso. Se me revolvió el estómago. - Vete directamente a casa – dijo cuando llegamos al coche – y no vuelvas nunca sola por aquí, sobre todo después de anochecer. - ¿Quién era ese tío? No hablarías así si no lo conocieras – dije, y mi malestar creció. - Lo he visto por el bar, va a menudo. Tiene mala fama, sobre todo en lo que a mujeres se refiere, porque no acepta una negativa. Espero que nunca se cruce en tu camino. O de ti no iría a ese bar-pub, es peligroso. - ¡Dahyun trabaja ahí! Cómo no iba a ir – respondí -. ¿También se lo dijiste a ella? - Dahyun sabe cuidarse solita – dijo irritado. - ¡Ah! ¿Y yo no? - No, tú no. - ¿Y qué piensas hacer si no te hago caso? – dije enojada, subiendo al coche. - Nada – contestó. - Mejor, porque pienso seguir yendo. Nos vemos en el instituto – dije cerrando la puerta de golpe, y pisé a fondo el acelerador. ¡Hasta aquí el capítulo! Espero que lo disfrutéis muchísimo. Instagram - letras_de_marisabel   Youtube - Suichi Lyna (+11.100) TikTok - suichilyna (+35.500) Muchas gracias por el apoyo. Historia adaptada. Original: El beso del vampiro, por Lynn Raven Alemania.  (España en 2008)
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