Cuando daba instrucciones u órdenes, el agradable tono de Dorset de Wardric desaparecía y era sustituido por un intenso nervio que mantenía la atención del oyente.
"Escúchame bien, Deormund, poco puedo hacer por tu fuerza de brazo, es algo que debes trabajar tú solo, ni tampoco puedo ocuparme de tu valor: o lo tienes, o no lo tienes. Eso es lo que necesitas en un escudo, muchacho: fuerza y coraje. Pero hay una cosa más. Es vital. ¿Puedes adivinar qué es?"
De pie, con el escudo a medio levantar y la espada de madera de práctica colgando del brazo para un descanso más que bienvenido, Deormund asintió con la cabeza y pronunció una sola palabra: "Espadachín".
"¡Pah! Depende de lo que quieras decir con eso. Si es lo que pienso, te equivocas. Verás, puedo enseñarte los movimientos para defend
