La Herencia

Harmony se detuvo en el garaje de sus padres, después de haber terminado la universidad, su padre le dio de regalo un apartamento en un lijoso condominio. Estaba por entrar cuando una llamada de su madre le impidió bajarse del coche, diciéndole que debería volver a casa, ya que hay algo que quieren decirle. Ella ya había tenido un día muy estresante en la oficina que su padre le asigno para lidiar con empleados nuevos. Todo por querer ser independiente, ahora se arrepiente haberles dicho que ella era autosuficiente, cuando estaba acostumbrada a los lujos y detalles y definitivamente no está lista para escuchar las quejas de que ella no está casada. — Dime madre. —Hija, ¿En dónde estás? —Ya para entrar en mi apartamento. ¿Por qué? —Ven rápido a casa, no te imaginas lo que te tengo que mostrar. —Mamá, estoy cansada, no quiero discutir con ustedes. —Bueno, solamente te diré que si no vienes te lo perderás. —lo medito un poco y volvió a encender el auto, se puso en marcha a la casa de sus padres. Mientras iba rumbo a casa de ellos meditaba en cómo la hostigan para que se comprometa. Ya les ha dicho innumerables veces que se casará cuando sea el momento adecuado, incluso ella misma no sabe cuándo será el momento adecuado. A los veinticinco años no ha podido encontrar el amor de su vida, ese que le haga olvidar al chico de sus sueños, ese de su adolescencia, ni siquiera está en una relación. Bueno, ella culpa a los chicos porque no llenan sus expectativas, ninguno de ellos parece ser lo que eran al principio y definitivamente no va a entrar en un matrimonio de conveniencia. Salió del auto y lo rodeó hasta el porche, presionó el timbre de la puerta y supo que su madre se quejaría una vez que abra la puerta para encontrarla, ella dirá ¿Por qué tardaste? ¿Por qué siempre olvidas tu llave? “Por llorar en voz alta, Harmony, no eres un extraño”, sonrió y esperó. La puerta se abrió para revelar el rostro de su madre, una mujer con una sonrisa brillante con ojos gris claro, ella es idéntica a su madre excepto que tomó los ojos café claros de su padre, le sonrió a la mujer que ya fruncía el ceño. — Hola, madre, es un gusto verte de nuevo. —Hay mi pequeña aventurera, cuantas veces te lo diré, deja de tocar el timbre, la puerta siempre está abierta para ti, entra que tenemos mucho que hablar. No sé qué tienes en la cabeza, que te fuiste de casa, tu habitación está intacta, deberías volver. —Eso ya lo hablamos mami, quiero ser independiente. —¡Independiente! Sigues viviendo de nuestro dinero. —Yo trabajo por ese dinero. —Si claro, tu padre tan consentidor, haciéndole caso a tus locuras. Señaló Ángela Wright a su hija. Harmony sonrió, sabía que se acercaba «¿eres muy mala hija?» Ángela parecía frustrada como si estuviera a punto de arañarse la cara antes de protestar y entrar a la casa, dejando la puerta abierta para que ella siguiera. — Mamá, todo está bien, soy feliz, ¿está papá en casa? — preguntó Harmony. — Ya llegará, llamo para decir que se retrasó en la reunión. ¿Cómo va la empresa ahora? — Genial, tomándome todo bien y despacio. — Su madre se giró para mirarla y ella suspiró, sabe que esa mirada de su madre es acusadora, aunque no hace la gran cosa en la empresa, siempre la cansa, no renuncia porque ella misma se lo pidió a su padre. —¿Qué contestación es esa? — Por favor no empieces ahora mamá — gimió. —¿No empezar qué? No voy a decir nada, que no sea cierto. Simplemente, siéntate ahí y espera a que tu papá vuelva a casa. — le ordeno y caminó hacia la cocina. Harmony dejó caer su bolso en el sofá antes de caminar hacia la cocina para encontrarse con ella, quien le ordenaba a la cocinera que todavía no sirvieran porque esperarían a su esposo. La joven observa a su madre que a pesar de los años ella se mantiene jovial, el hecho de tener servidumbre nunca deja que le sirvan a su padre.  — Madre, ¿Por qué me hiciste venir?, ¿qué podría ser eso que no puedes decirme por teléfono? — Esperemos a que tu papá regrese a casa jovencita. —Señora, el señor acaba de entrar a la casa. —Entonces vayan sirviendo por favor. —Ángela se apresuró a encontrar a su esposo. Pablo Spinster se instaló con su familia, cenando juntos, Ángela amenazó a su hija para que tuviera paciencia. Después de la cena, miró a su hija y sonrió, las hizo que se les uniera en la sala de la casa, Harmony está ansiosa y a la vez preocupada, no quiere un matrimonio por conveniencia con un tipo que no conozca y que no sienta nada por él. — Harmony, cariño, buenas noticias. — ella no pudo evitar sonreír. —¿Qué noticias, papá? —Su padre la mira fijamente, como si no quisiera perder detalle de cada expresión de ella. — Recibimos una propuesta muy interesante. — ella frunce el ceño —¿De qué hablas papá? ¿Qué propuesta?  — Ahora escúchame jovencita, hemos pensado en esto durante mucho tiempo y nos hemos dado cuenta de que realmente te va a beneficiar. — intervino su madre. Harmony ya está inquieta con la dirección que está llevando la plática.  —Papá, sabes mi postura, ¿de qué están hablando? ¡No entiendo! — Lo sé muy bien, pero es algo que nos conviene, bueno, a ti te conviene mucho. — sonrió Pablo— Recibimos una propuesta de matrimonio de la familia que menos esperaba. Harmony se pone de pie y está por marcharse, ya lo había hablado tantas veces que al parecer a sus padres no lo entendían. Frunció el ceño. — Estoy cansada ¿propuesta de matrimonio? ¿Para quién? — ¿Qué quieres decir con “Para quién”? ¿Cuántas hijas tenemos? — Ángela preguntó con el ceño fruncido, algo molesta con su descuidad hija. Harmony soltó un suspiro desesperado. — No puedo entender, ¿de verdad quieren que me case, tanto que tienen que aceptar una propuesta de quien sabe quién? Mamá, te dije que me casaré cuando llegue el momento, cosa que todavía no ha llegado. No quiero un matrimonio sin amor, aunque beneficie la familia, no voy a ceder a eso, por eso quería mi independencia, para no caer en este tipo de manipulación. —Lo único que queremos es tu bienestar, que la persona que se lleve nuestro tesoro lo valga, y la verdad que este hombre lo vale. —manifestó indignada la madre que ella se volvió a sentar. — Bueno, el momento es ahora. Cariño, créeme, que jamás te entregaría a un hombre cualquiera, ni siquiera lo aceptaría, pero el joven es un hombre de éxito, es confiable, guapo, respetado, y cada centímetro de lo que quieres y profesas desde que eras una adolescente. Te aseguro, sé que es un chico que te gustará. — declaró el padre convencido de sus palabras. Ángela sonrió alegremente. —Te aseguro que este hombre no te va a defraudar. —anunció emocionada la madre. Harmony dio un suspiro impaciente, si hay algo que su mamá puede hacer, es elogiar a los niños y terminarás decepcionada cuando finalmente lo conozca, la verdad que al parecer ese hombre había cautivado a sus padres, tanto que le ponían flores a su descripción. — No puedo suponerlo, que mis padres me vendan de esta manera. Soy mimada y caprichosa y todo lo que me quieran decir, pero no soy tonta. — Cariño, escúchame, sabes que siempre tendremos tu mejor interés en el corazón. Ya hemos calculado todo y las probabilidades no están en tu contra. Estarás bien atendida, no te faltará nada. — Pablo quería convencerla de que es su mejor opción. — No me falta nada ahora papá, Lo tengo todo, soy feliz y estoy aprendiendo a ser una ejecutiva exitosa. — interrumpió ella. — Lo sé, eres capaz de cuidarte, pero estás llena de lujos y has hecho tu capricho en la empresa, lo sé y estoy orgulloso de ti, pero esta es una oportunidad para subir más alto de lo que hemos llegado, sé que aún te falta entender los negocios, sin embargo, te aseguro que, si aceptas, nuestra empresa cambiara. —Además, hija, no es un viejo rabo verde, él aproximadamente tiene tu edad, si no me equivoco. — La joven, rodó sus ojos y los puso en blanco— Incluso es un tipo misterioso. — Cariño escúchame, ¿sabes que el contrato de Lucas y José el que has estado pendiente durante meses, para tus viajes? — Pablo inquirió y los ojos de Harmony se iluminaron ante la mención del contrato— Te conseguirán eso y más.  —¿Qué dices? ¿Qué familia puede conseguirle ese contrato y más, papá, no juegues conmigo? — Pablo se río entre dientes, dio en el blanco. —¿Me crees capaz de engañarte, hija? Te estoy diciendo la verdad sinceramente. — Harmony frunció el ceño. — Algo no cuadra en todo esto, si pueden conseguirme eso y más, ¿por qué no me lo dijeron antes? — Bueno, te diré lo que escuche, según la madre de él, ella dijo que le habían dado al hijo tres propuestas de matrimonio, al parecer es un requisito que el joven debe cumplir para obtener alguna herencia. Algo que nos conviene y él las rechazó las que le enseñaron antes que la tuya, pero enseguida le llevaron la tuya, él aceptó — Ángela sonrió, por el hecho de que su hija fue la elegida por encima de todas.