Después de lo que Max me confeso, he estado como ida, me duele mucho saber que no tengo ninguna posibilidad de entrar en su corazón, ya lo sabía, él es perfecto en todos los aspectos y yo soy una debilucha e insignificante muchacha sin gracia, pero escuchar de sus hermosos labios que solo la ama a ella, me ha dolido mucho más de lo que pensé.
— María te lo dije, te enamoraste de ese hombre – dice Carly con reprimenda, la miro y asiento débilmente
— Como no me iba a enamorar, él es mi perfecto príncipe azul – digo y mi amiga me abraza con ternura
— Lo siento – dice y yo la abrazo más fuerte, yo lo siento más.
Me he pasado el fin de semana con Carly, ayudándole con los preparativos de su boda, a fin de año se casara con su novio, lo conoció cuando íbamos a la universidad, recuerdo que tenía mucho miedo de que él no sintiera nada por ella, pero claro que mi súper poder de cupido y yo, vencimos los obstáculos y junte a los tortolitos, si, ya sé que es patético que ande juntando gente mientras yo estoy más sola que un hongo, aun así, me alegro que Carly haya encontrado el amor.
Está semana me le he escabullido a Max, cuando sé que va a salir a comer, me encierro en el baño y me quedo más de media hora hasta que sé que se ha ido, no quiero verlo ni estar cerca de él, sé que es estúpido, él solo me ha ofrecido su amistad, pero a mí me duele saber que mi príncipe azul está enamorado de la bruja del cuento.
Mañana es viernes gracias a Dios, hice malabares para no ver a Max, aunque algunas veces casi me atrapa, yo me escondía cada vez que veía que el elevador se abría, algunas veces ni siquiera era él, mi jefa debe pensar que me volví loca, lo único bueno es que mañana saldré temprano, habrá una fiesta que dará la editorial y obviamente la odiosa de mi jefa se ira temprano a ponerse kilos de maquillaje, así yo podré llegar temprano a mi departamento y ponerme mi pijama de Bob esponja para arranarme en el viejo sofá de mi casa y suspirar por mi imposible príncipe azul.
— María necesito el reporte de los nuevos tomos que llegaran la próxima semana – dice mi jefa, asiento y anoto en mi libreta, la puerta de su oficina se abre, me giro para mirar quien ha entrado y sus bellos ojos grises se cruzan con los míos, me mira fijamente y comienzo a transpirar, toda la semana me la pase huyendo de su fija mirada y ahora está aquí, robándome el aliento
— Max, ¿listo para mañana? – dice mi jefa mirándolo coquetamente, parece que también ella ha quedado prendada de su exquisita belleza
— Si Fabiola, mañana estarán todos los representantes de las editoriales del país, debemos dar una buena impresión – dice Max, no lo miro, me concentro en mirar la punta de mis zapatos
— ¿Necesitas algo más? – pregunto mirando a la detestable de mi jefa, ella quita a duras penas su fija y coqueta mirada de mi príncipe azul, digo de Max, y me mira irritada
— No, es todo – dice y asiento, me giro para salir tratando de no mirarlo, pero es inútil, alzo mis ojos para encontrarme con los suyos, los cuales están fijos sobre mí.
Salgo velozmente de ahí, y me dejo caer en mi silla, debo ir al baño a esconderme antes de que salga, pero es tarde, lo tengo parado frente a mí mirándome intensamente
— ¿Se puede saber porque me has estado evitado? – pregunta con tono seco, lo miro sintiendo nervios, no le puedo decir que me ha roto el corazón
— No sé de qué hablas – contesto haciéndome la desentendida
— No te hagas la que no sabes, ¿hice algo para que te molestaras conmigo? –pregunta con firmeza, mi corazón late con fuerza, no ha hecho nada, solo no fijarse en mi
— No – digo secamente y simulo ordenar unos documentos de mi escritorio
— Entonces ¿no estas huyendo de mí? – pregunta con tono firme, niego sin mirarlo, mientras sigo acomodando quien sabe que papeles
— Está bien, supongo que no tendrás inconveniente en ir conmigo mañana a la recepción de la editorial – dice y lo miro con mis ojos más grandes, no puede ser, ¿porque me pasa esto a mí?
— Yo… ya tengo planes – digo recordando mi pijama de Bob esponja y el litro de helado de vainilla que tengo en el refri
— Cancélalo, mañana iremos juntos a la recepción –dice con tono firme, trato de hablar pero él se acerca peligrosamente a mí, dejándome en la baba total
— Pero nada – dice cerca de mí, no digo nada, solo lo miro fijamente, se aleja lentamente, me mira por un instante y camina hacia el elevador, entra y las puertas se cierran, me desparramo derrotada frente a mi computadora, es mi fin.
Me he puesto el único vestido decente que tengo, es n***o, arriba de la rodilla, entallado a mi flacucho cuerpo, no tengo nada de ganas de ir a la dichosa recepción, pero Max y su intensa mirada me han dejado sin defensas.
Toca a mi puerta, mi corazón se empieza a alocar, abro y lo miro parado frente a mí, tiene un traje obscuro, camisa azul, y zapatos relucientes, me mira de arriba abajo y puedo notar como le brillan los ojos, seguro es porque nunca me había visto en vestido, mis pantalones y yo somos inseparables.
— Te ves, muy bien – dice con una amplia sonrisa, ignorare cualquier cosa que salga de su boca, debo madurar, no puedo volverme loca solo con una mirada o una sonrisa, menos con una palabra, lo miro irritada y él sonríe ampliamente
Llegamos al salón, es grande y muy elegante, al fondo está mi irritante jefa, ella nos mira con sorpresa y se acerca a nosotros
— ¿María que haces aquí?– pregunta mi jefa extrañada de verme en vestido
— Yo la invite – dice Max y mi jefa nos mira atónita
— ¿Ya llegaron los de la editorial del golfo? – pregunta Max sacando a mi jefa de su trance
— Si, acaban de llegar, preguntaron por ti, deberías ir a verlos – dice mi jefa, Max asiente y me mira
— Ahora vuelvo – dice y me sonríe, él se aleja y mi jefa me mira con suspicacia
— María, ¿tú y Max? – dice, pero no la dejo terminar
— Somos amigos – contesto, ella me mira dudosa
— Ah – dice y se aleja con su copa de champán en la mano.