El sonido de mi móvil sonando hizo que me despertara de mi confortante sueño. Tome mi teléfono que estaba sobre la mesa de noche y conteste sin ver quien era. —¿Hola? —mi voz adormilada se podía notar a kilómetros. —Samantha, me tenías preocupado, ¿donde estás? ¿Estas bien? —tarde mas de lo debido en reconocer la voz que se escucha al otro lado de la línea. —¿Con quién hablo? —pregunte medio dormida. —Soy David, ¿Dónde te metiste anoche? Estabas muy ebria. ¿Estas bien? —al escuchar aquello abrí mis ojos de golpe, lo cual me arrepiento de hacerlo, pues un fuerte dolor en mi cabeza me hizo tomar mi frente. —Si, estoy bien, estoy en casa, no se como llegue acá, pero estoy bien. —sobe mis sienes un poco, jamás en mi vida había experimentado una resaca y ahora debo decir que es la peor