Capítulo 4 Una gran perdida

1504 Words
Narra Airys Cinco de septiembre Hoy no es un día en el cual pueda fingir emoción. Tan solo de recordar el fatídico día de ayer, deseo estrangular a alguien, aunque me arrepienta antes de concluir. Tuve tiempo para pensar muy seriamente, o de permitir darme cuenta, que hay una mala vibra con Iván; Obviamente no me gusto como le hablo al mesero y, por ende, como me trato por defenderlo. Escucho sonar por quinta vez en la mañana el celular, sé que es otro mensaje de Iván, el cual ignoraré. No dejaré que me trate de esa manera, para eso ya tenía a mis padres porque razón añadiría a alguien más a la lista. —    Tierra llamando a Airys. — Ysha me saca de mis pensamientos, sonrió emocionada porque ya haya llegado.   —    Esta marcianita ya acaba de aterrizar, gracias terrícola.   —    ¿Qué es lo que te tiene tan sumida en tus pensamientos?— me mira interrogante. — ¿Lo de Iván? —    Si, tiene rato enviándome mensajes para que lo perdone.   —    Pues  habla con él y arregla eso. Queramos o no será tu esposo muy pronto.   —    Tienes razón. Con esta nueva resolución le contesto los mensajes a Iván, por consiguiente, quedamos en vernos en la noche. Ya entendía la razón de estar saliendo a lugares públicos, es lógico que mi padre vaya un paso adelante, porque lo que buscan es que nos fotografíen juntos y cuando se anuncie el compromiso se vea más verídico. Espero por mi bien algún día poder enamorarme de él, sería triste llegar a la etapa más plena de mi vida y no tener ese balance de amor que necesitamos en algún momento. Terminamos las clases y nos dirigimos a mi casa. Hoy Ysha se quedará conmigo, el camino se hace corto con todas las anécdotas que vamos contándonos. Ella es de esas personas con la que puedes conectar y hablar por horas, porque siempre tendrá algo nuevo que contar, y lo mejor es que con ella no hay aburrimiento garantizado. La tarde la pasamos viendo películas y comiendo palomitas, gracias a que no teníamos nada más que hacer. Como hoy voy a Salir con Iván, Ysha me ayuda a prepararme, una vez lista bajamos las escaleras. Mis padres como siempre están sentados en la sala de estar hablando de libros y nuevos escritores, bla, bla. —    Ysha querida que bueno verte. Y ¿tú madre cómo está? —le pregunta muy cariñosa. A veces, me cuestiono porque es tan dulce con mi mejor amiga, sin embargo, se muestra tan fría conmigo.   —    Hola madrina, ella está muy bien, les manda saludos y que pronto estará por aquí.   —    Me alegro que se esté divirtiendo, se lo merece… — la conversación fue interrumpida por el sonido del celular de mi padre.   —    Disculpen, iré a contestar afuera.   —    Ven querida porque no te sientas. —como siempre mi madre acapara la atención de mi única amiga, y por supuesto dejándome de lado como si fuese un vil estorbo. Ysha se sentó y me senté a su lado. Mi madre se enfrasco en una conversación con ella, y mentiría si digo que no le tengo envidia a Ysha en estos momentos, mi madre siempre la ha tratado bien, le sonríe y la llama con apodos cariñosos. Mi padre entra corriendo a la casa y alterado, por mi mente vienen millones de pensamientos; pero ninguno fue semejante a las palabras  que sus labios profirieron. No estaba preparada, nunca se está alerta para estos momentos, en los cuales crees que el mundo se derrumbó sobre tus hombros. —    ¿Qué dices Aren?— grita mi madre mientras las lágrimas recorren sus mejillas. — no, no… es mentira.   —    Es cierto, mi niño está muerto. Mi Joseph murió. —siento como si me estrujaran el corazón, como es posible que mi hermano este muerto.   —    Es que no es verdad. Es una broma, ¿Dónde está la cámara? ¿Quién pago para hacer esto?— sigue negando mi madre.   —    MUJER. — veo como mi padre golpea a mi madre. — CALMATE, MALDITA SEA. Está muerto, su auto cayó en un barranco, se incendió, encontraron sus documentos cerca, que no llegaron a quemarse. — con rabia contenida le explica con frases cortas.   —    Ay mi niño, mi niño, yo lo quiero. Que me traigan a mi niño Aren. ¡Por favor, lo quiero ver! Ya no escucho más, solo sé que actué como un autómata. Mis lágrimas caen como cascada, Ysha me abraza y yo me dejo consolar. Mi hermano mayor está muerto, muerto, es algo que no me cabe en mi raciocinio, ¿cómo nos dejó? ¿Por qué murió, si era tan joven?, además de que era el orgullo de mi padre, todos sabíamos que el seria su sucesor en la empresa, para eso él estaba estudiando. Mis progenitores deben estar sintiendo que todo su mundo se ha paralizado con semejante noticia. No me percato cuando me acerco a mi madre y la abrazo. Su reacción fue separarme de ella y pegarme una cachetada. —    Nunca en tu miserable vida me vuelvas a poner una mano encima, engendro del mal. ¿Por qué lloras a mi hijo? No quiero ver tus sucias lágrimas, ¿estás contenta?, — la miro sorprendida, no entiendo su forma de reacción hacia mí. — Es lo que tú querías que mi Joseph muriera, eres la desgracia más grande que nos ha pasado en la vida. ¿Por qué no fuiste tú que moriste…?   —    Madrina, por favor ya no más sí.   —    Ay mi niña es que mi niño. —  mi madre abraza a Ysha y empieza a desahogarse con ella. Es que no entiendo, porque mi familia me odia tanto. ¿Qué les hice? Yo no pedí nacer, sin embargo, aquí estoy. Después de ser objeto de tanto odio, decido correr hacia mi habitación y refugiarme en esas cuatros paredes que han sido mis fieles testigos de todo mi sufrimiento, dolor y lágrimas. Dentro de mí habitación dejo que todo fluya. Dicen que no puedes guardarte nada, que debes drenar todo lo que tienes por dentro para que a la larga tu cuerpo no se desahogue de otra forma. Pero como mi cuerpo puede estar sano, si mi alma está enferma de dolor. Quizás muchos se pregunten ¿por qué lloro a alguien que me hizo sufrir tanto e igual que mis padres? Sencillo era mi hermano yo lo quería con todo mi corazón, uno no decide a quien querer o eso dicen, y siempre he justificado sus acciones. Pienso que como es el mayor para que mis padres se sintiesen orgullosos y, además era la forma que siempre ha visto que me tratan, por ende, me trata de esa manera. Y ¿de qué me sirve odiar? Con eso no resuelvo nada. Me duele aceptar que esta fue la vida que me toco, pero más saber que nada puedo hacer. Seis de septiembre Nota luctuosa La familia Kava comunica con profundo e inmenso dolor el fallecimiento de quien en vida se llamara Joseph Aren Kava Un excelente ser humano, buen hijo y hermano. Uno de los mejores estudiantes, tenía muchas metas que fueron truncadas. Su cuerpo será velado en Puerta del Cielo, el seis de septiembre desde las ocho de la mañana. Paz a su alma. Me encuentro sentada en mi cuarto, aun no creo lo de mi hermano. A pesar de estar leyendo su nota luctuosa. Mis lágrimas no han cesado, mis padres se encuentran junto al cuerpo sin vida de mi hermano, yo no podré darle un adiós a mi hermano, ellos no quieren que este con ellos. Su justificación para con la prensa, es que fue un golpe muy duro para mí y me dio un pre infarto, por lo que el médico familiar ordeno que me quedara en reposo y que no podía estar en el velatorio porque quizás mi corazón no lo aguante. ¡Cuántas injusticias! Les roge como nunca que me permitieran, aunque sea cinco minutos para despedirme de mi hermano, pero no les importo. Soy una estúpida al pensar que me dejarían estar junto a ellos, aunque en el fondo quería estar por el compromiso que siento hacia mi difunto hermano y no tanto por estar al lado de ellos. Solo faltan cuatro días para mi cumpleaños, mi padre me informo que no estropee nada, que a pesar de lo sucedido debemos celebrar este evento. Pero es más por el compromiso que por mí, eso lo tengo claro. ¿Qué le dirán a la prensa? Fácil que “Joseph lo hubiese querido, y que es un día especial y que será una forma de distracción a lo que estamos viviendo, que desde donde nos mira, Joseph, está sonriendo porque intentamos ser fuertes”. Cito textualmente las palabras de mi progenitor. Si me preguntaran, diría que por mí no realizaran nada, que lo único que quiero es un imposible, quiero que me amen.
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