—¡Mamá, tranquila, más despacio! —exclamo al apretar el móvil a mi oído. Me muevo de un lado a otro fuera de la fábrica, mientras enciendo un nuevo cigarrillo para acercarlo a mis labios. Mi madre no dejaba de llorar a través de la línea, lo que comenzaba a desesperarme al no saber qué era lo que ocurría con ella. —Mamá, respira. No te entiendo —farfullo al tratar de calmarla—, estoy aquí, siempre he estado aquí para ti, pero por favor, tranquilízate y dime qué es lo que ocurre. —Es tu padre —murmura al tratar de controlarse—, él se ha perdido en las apuestas otra vez, Azul, y yo simplemente ya no puedo con ello. Frunzo el ceño, dedicándome a negar con la cabeza al no comprender a qué se refería con ello. —¿Qué quieres decir con ello? —Voy a pedirle que se vaya de la casa, ya no l