Celeste se encontraba aterrada, al mismo tiempo en que no dejaba de culparse por lo ocurrido, pues según ella, no debió dejarlo solo ni un segundo, lo que sin duda alguna, me ponía de mal humor… ¡mierda! El tal Nikolay no era un niño, y ya él sabía lo que hacía, no era justo que ahora mi hermana se culpara por algo que nadie podría evitar, pues al parecer, el tipo estaba empeñado en querer dejar de existir, y, si no lo logró hoy, lamentablemente, llegaría el día en que sí lo iba a lograr.
—¡Celeste, basta! —chasqueo la lengua y frunzo el ceño, al ver que mi hermana no deja de moverse por la sala de espera—, mierda, mujer, ya me estás mareando.
—Es que no lo entiendes —sus bonitos ojos azules me enfocan, dedicándose a mirarme de forma aterrada—, cometí un error, Azul, en este nuevo trabaj
