escuchaste?
Le digo al imbécil de mi compañero esta noche.
-se está muriendo, notaste su voz? Hay que revisarlo
-las órdenes son claras John. Pasarle la comida y nada más. Y ya rompiste una al darle tu comida y no la de él.
-pero no podemos dejarlo. Y si está enfermo? Hace frío. Esa habitación seguro gotea. ¿Tiene cama?
- no lo sé. Yo no estaba el día que lo trajeron. Pero no podemos hacer nada. Y lo sabes. Marcus se va a enojar. ¡Ya sabes como es!
Éste tipo, pero que le pasa. no deja de mirar para todos lados, tanto miedo tiene?
-no conozco a ese estúpido. Vine aquí por otra cosa, no soy un seguidor suyo
Le aclaro por que siento sumamente necesario separarme de este grupo de pandilleros.
Tengo que hacer algo. Ese pobre chico ahí tirado puede morir.
Nos fuimos de ahí por que solo teníamos cinco minutos para llevarle la comida, bah, la bandeja con esa mierda horrible arriba. No puedo creer esto, quien es el chico que está encerrado.
No puedo negar que escuché decir que se estaba muriendo. Estoy loco pero no puedo dejarlo ahí.
Más tarde esa noche no podía con mis nervios. Ya estará muerto? Dios que hago?. Miro a mi alrededor y no hay nadie. El silencio es escalofriante. Agarro mi mochila y meto todo lo que encuentro, agua, mi pequeño botiquín, ropa y una manta y con una respiración profunda hago mi camino por el corredor que conecta con el calabozo.
"Tengo que ayudar a este chico. Que Marcus se joda. Yo me voy hoy y me llevo al joven conmigo"
Si quieren cobrarme lo que debo, que me encuentren.
Tanteo mis bolsillos y tengo todo, llaves, celular, billetera.
Llego al cuarto del chico caminando de puntitas con mi espalda contra la pared, no hay luz ni ruidos, ni entradas de aire. ¿Cómo puede estar vivo todavía? Por lo que pude averiguar está encerrado ahí hace semanas, por lo menos tres.
Un mes entero.
Mi garganta se cierra con un nudo que me estrangula.
Desde la puerta se percibe el olor desagradable del interior, _"que no esté muerto por favor", ruego mirando el techo.
Pasé horas planeando como sacarlo y la única opción factible es abrir, comprobarlo, darle lo que necesite y tenga disponible, cogerlo en mis brazos y salir lo más rápido y en silencio posible. Por lo tanto eso es lo que voy a hacer.
Abro la puerta fácilmente con la llave que encontré más temprano, en realidad no estaba escondida, todo el mundo tiene miedo del jefe así que nadie toca lo que no debe. Pongo los ojos en blanco, no puedo creer que sean soldados voluntarios de este imbécil.
Una vez adentro vuelvo a cerrarla y no me muevo hasta que activo la linterna de mi celular.
La vista que tengo a mi alrededor me hizo jadear.
No puede ser. Es un muchacho joven como supuse, está desnudo, sucio, mojado, mis pies están sobre barro. El olor es mucho más fuerte ahora. Los latidos de mi corazón retumban en mis oídos tan fuerte que no puedo pensar. Un quejido estrangulado me saca de mi aturdimiento y me pongo en acción.
De rodillas junto al chico coloco mi mochila abierta a un costado y con un paño y una botella de agua procedo a limpiarle el rostro, está inconsciente creo, se ve solo deshidratado y con ojeras. Continúo con la limpieza de su torso y brazos. Mis dedos tocan piel y huesos, es tan desgarradora tal tortura. Sus piernas y partes íntimas están en las mismas condiciones, tiene los pies incluso más fríos que el resto de su cuerpo.
Intento vestirlo con una camiseta y un pantalón de algodón míos, le quedan sumamente sueltos, unos talles de más. Una vez vestido hago fallidos intentos por despertarlo y no reacciona, pienso que es mejor así no hace ruidos y nos delata.
Lo cargo en mis brazos envuelto en una manta y con mi mochila al hombro emprendo el viaje hasta la salida donde está mi camioneta esperando.