Capítulo 13 CUATRO SOMBRAS VELADAS se deslizaron como duendes sobre las colinas que bordeaban la boma. Esta vez los jinetes, que venían con una carga muy liviana, se apearon de sus cabalgaduras a apenas un par de cientos de pasos de los confines del poblado. Los cascos de los caballos estaban enfundados en trozos de tela para amortiguar los sonidos sobre el suelo. Las figuras se dirigieron raudamente hacia los dos centinelas que dormitaban en torno a una fogata, entumecidos por el frío de la noche. La luz de las brasas se reflejaba en las dagas que portaban en sus manos. Una vez más los centinelas pasaron de un sueño al otro sin saber que les había ocurrido y las figuras se dirigieron, en absoluto sigilo pero con paso firme hacia la tienda donde sabían que moraba su objetivo. Dos de la f