El abrazo que le di fue tan grande que lo levanté de su silla. Cuando lo volví a bajar, realizamos nuestro apretón de manos de padre e hijo que Jade nos había hecho crear. —Es bueno tenerte de vuelta, Jason —Sí, lo siento, me tomó un tiempo bajar aquí Me palmeó el brazo. —Está bien, hijo. Samuel me llamó, me dijo lo que estaba pasando. No podíamos permitir que dejaras a Jade cuando está teniendo esas terribles pesadillas. ¿Sabemos qué está pasando con ese olor? Miré a Jade, que se dirigía hacia nosotros con cuidado en medio del aguanieve congelada. —Todavía no, pero tengo la sensación de que algo de información puede salir a la luz El asintió. —Ya veo. ¿Cómo está Jade? ¿Los Blair? —Todos están bien. Pero, papá, sus pesadillas me están asustando. Las tiene cuando estoy aquí, en la