Capítulo 34

2188 Words
Como un león enjaulado, así se sentía Zac. Y no es porque no pudiera salir de la habitación, a pesar del poco gusto que tenía por estar en aquella casa tanto por el lugar como las personas que estaban en esta, él tenía todo el derecho de salir e ir a cualquier parte, siempre que se mantuviera dentro. ¿El problema? Cada maldito rincón de aquella casa tenía un recuerdo poco agradable que intentaba arrastrarlo hacia un tormentoso pasado que quería olvidar. Sin contar, que tampoco era del agrado de Zac descubrir que, cada rastro que su madre había dejado en aquel lugar que anunciaba que estuvo viviendo ahí y era su hogar, desapareció completamente, como si nunca hubiera existido. Los cuadros que antes llenaban las paredes y muebles de sus abuelos maternos, de su madre sola, ellos dos juntos o incluso, esos pocos donde los tres fueron capturados en una fotografía, desaparecieron por completo. Bueno, si era justo, aquellos recuerdos fueron desapareciendo tan pronto como Sloane comenzó a vivir en aquella casa. Pero otras cosas como, las cortinas preferidas de su madre desaparecieron, al igual que las pinturas de las paredes. Ciertos jarrones y baratijas fueron reemplazados. Las flores favoritas de su madre que ella misma plató en su jardín trasero, fueron cambiadas. Y el cuarto que tenía como invernadero, fue remodelado y ampliado para que el personal se quedara a dormir ahí. Eran pequeñas cosas, pero muy significativas, que habían permanecido hasta el día en que se fue de aquel lugar, pero ahora... No había absolutamente ninguna señal que le recordara a Dianne. Ni siquiera le sorprendería que, el cuarto donde supuestamente su padre guardó todas las cosas de su madre, estuviera completamente vacío y solo acumulado de polvo. Después de todo, su madre cumplió el propósito por el cual Maximo se casó con ella, que fue su dinero, ¿por qué razón iba a seguir manteniendo cosas de ella? La tentación de salir y averiguar si tenía razón o no golpeó en Zac, pero... ¿Qué se suponía que haría si descubría que era verdad? Sí, culparía a Maximo y Sloane por deshacerse de las cosas de su madre y alborotaría un poco la mansión con su malhumor, pero a diferencia del pasado, no podría irse luego de decirle unas cuantas verdades a ambos en sus caras. Luther ya había hablado con él esa mañana tras invadir su habitación por el balcón para desayunar juntos otra vez al no querer abrirle la puerta. Aquella conversación sobre permanecer en casa de momento, al menos hasta que su herida en su pierna estuviera mejor, no fue del agrado del humano, para nada. Y por supuesto que le demostró su descontento y malhumor a su guardaespaldas, pero a pesar de ser tan desagradable, Luther siguió manteniéndose a su lado, como si no estuviera recibiendo ningún golpe o ya estuviera acostumbrado a sus repentinos arrebatos cuando las cosas no salían como el planeaba. Aquello... Solo le advirtió cuánto había logrado acercarse aquel hombre. Soltando un gruñido, Zac se dejó caer en la cama y sus labios se torcieron en una ante el dolor que atravesó su muslo con ello. Observando la venda, recordó cómo la noche anterior Luther revisó y trató su herida tras descubrir que había abierto un punto en su tonta pesadilla llena de malos recuerdos que tuvo. El solo hecho de que hubiera permitido que Luther hiciera algo como eso, ya anunciaba que tanto se había acercado a ese hombre. "Hasta comparten besos cada vez que quieren, por Dios" Le recordó una molesta vocecita en su cabeza. Y Zac... No pudo más que fruncir sus labios y arrugar su nariz con ese recordatorio de la realidad. Tal vez ya era momento de admitir que, Luther Ferrell, alias su tonto guardaespaldas, si había logrado golpear en él con su estúpida personalidad resistente y terca. Después de todo, con cada acción, gesto y palabra que había tenido el hombre lobo, poco a poco le fue demostrando a Zac que era sincero tanto en sus palabras como en sus sentimientos. Sería simplemente estúpido seguir negando que ese desgraciado logró que se interesara en él, cuando todo su cuerpo reaccionaba con las típicas reacciones que demostraba al estar cerca de alguien que le gustaba. Con ese molesto cosquilleo de mariposas en su estómago, o la agradable sensación cálida que llenaba su pecho por algo que Luther dijo o hizo. Incluso, en algunas situaciones, este logró que su corazón se acelerara. —Dios... Realmente me gusta ese tipo —murmuró con cierta sorpresa. Y ahora que lo había reconocido, al menos para sí mismo, ¿qué se supone que debería de hacer? ¿Invitarlo a salir? ¿Qué sucedía con su trabajo con Caden y esa cláusula sobre no salir con los clientes? Aunque... Si eso realmente fuera importante, Luther desde un principio no le habría estado coqueteando y avanzando firmemente hacia él. Soltando un suspiro, el humano observó hacia el balcón gracias a las puertas abiertas que había mantenido desde la noche anterior en que se acostó a dormir. Levantándose, cruzó la habitación y salió. Deteniéndose frente a las barandas de protección, Zac apoyó un costado de sus caderas en estas y cruzó sus brazos sobre su pecho. Observando el extenso jardín trasero, sus cejas se encontraron tan pronto observó a su guardaespaldas deambulando abajo con otros hombres. Y no, a Zac no le molestaba que estuviera trabajando en la seguridad de la casa con el personal, lo que le irritó, fue el contemplar a su hermanastra Anika caminar detrás de su sombra, intentando entrometerse en su conversación en lo que le hacía ojitos con un obvio coqueteo directamente hacia Luther. ¿Cuán arrastrada podría ser siendo que ya había sido rechazada? Era un tanto desagradable de apreciar su molesto coqueteo, el cual por supuesto que era ignorado por parte de Luther, y aun así... Había una molesta presión punzante en Zac de la pura molestia que sentía al observar aquello. Los celos no eran para nada agradable. Y eso que Luther ni siquiera estaba haciendo algo, considerando a como actuó cuando otras le coquetearon, estaba siendo tan frío y desinteresado como habría esperado Zac que fuera siendo que supuestamente él era quien le gustaba. Y aun así, seguía siendo molesto de presenciar aquello. Por un segundo, la idea de llamar la atención de Anika para molestarla y alejarla de su sombra surgió en Zac. Pero, antes de que pudiera divertirse molestándola, Luther alzó la mirada observando directamente hacia él con aquellos ojos azul mar. Una gran sonrisa se extendió en su rostro y dejó de hablar con el otro tipo para saludarle agitando felizmente su mano. Soltando un resoplido, el humano movió un brazo y le saludó devuelta, logrando que aquella sonrisa atractiva se mantuviera en su rostro. Al sentir otra mirada sobre él, solo que con un sentimiento más desagradable, Zac observó directamente hacia aquellos ojos verdes tan parecidos a los suyos, solo que los de Anika, eran un tono más oscuro. Ante la expresión totalmente fastidiada de su querida hermanita, Zac le sonrió abiertamente, siendo un tanto arrogante, y la saludó con un ligero movimiento de manos que, por supuesto, solo irritó más a la pequeña copia de Sloane. Satisfecho ante la expresión molesta en Anika, Zac la observó finalmente alejarse y volver al interior de la mansión, en donde seguramente le lloraría a su mami por entrometerse en su amor platónico con su guardaespaldas. Resoplando, el humano buscó con la mirada a Luther y lo encontró unos pasos más alejados, pero nunca para que pudiera perderlo de vista. "¿Debería de invitarle a salir?" Se preguntó y luego bufó ante su estúpido pensamiento. ¿A dónde se suponía que lo invitaría cuándo ya le había pedido que permaneciera en la casa? Ni siquiera podía salir para seguir con su trabajo acosando a famosos. Y si no fuera por esa tonta herida molesta en su muslo, Zac ya habría encontrado la forma de salir de ahí con o sin Luther. Aunque conociendo al hombre, lo más probable es que le hubiese seguido. Observando su muslo un tanto resentido, el fotógrafo se enderezó y volvió a su habitación tras escuchar a su teléfono sonando, informándole de una llamada. Cogiéndolo, su expresión no demostró más que confusión al encontrarse con el nombre de su jefe brillando en la pantalla. Extrañado, Zac aceptó la llamada y llevó el aparato contra su oído. —Habla Zac. —Hola, Zac. Habla Jeff —anunció su jefe—. Llamaba porque estaba preocupado por ti, deseaba saber cómo estabas con todo el tema del tiroteo —explicó. Las cejas de Zac se fruncieron ante sus palabras. —¿Cómo sabes del tiroteo? —Salió en las noticias. —Por supuesto que lo pasaron por las noticias —suspiró y sobó su frente con la palma de su mano—. Gracias por llamar, pero estoy bien. Seguramente no fue ni un tercio de todo lo que exagera en las noticias. —¿No resultaste lastimado? Aquellos ojos verde jade instintivamente recayeron en su muslo derecho y la venda sobre este. —Solo un poco, nada grave. Seguramente habría sido más grave si Luther no hubiese estado conmigo cuidando de mi migraña y toda la resaca —contó. —Ah, el tipo que no deseaba que bebieras. —Sí, él mismo. Y en cierta forma tenía razón al intentar quitarme la cerveza que me dabas, ya que desperté con una horrible resaca por todo lo que bebí —indicó, solo con un pequeño tono acusador. Después de todo, según lo que recordaba y lo que Luther le contó, fue mayormente por culpa de Jeff que bebió. —Parecía que no estabas pasando por un buen momento —se excusó el contrario—. Por cierto, qué clase de relación tienes con ese tipo. Se presentó como tu guardaespaldas y futura pareja. —Se podría decir que no mintió. —¿Qué quieres decir con eso? Las cejas de Zac se fruncieron en cierta irritación ante el tono demandante de su jefe. —Lo siento, pero creo que ese no es tu asunto. Me pagas por darte fotos comprometedoras de famosos, no para informarte de mi vida amorosa y personal —indicó. —¿Y si quisiera saber también sobre tu vida personal? ¿Ser parte de tu vida amorosa? —cuestionó Jeff. —Diría que sigues con resaca. —Yo no bebí esa noche. Un pequeño silencio apareció ante aquella declaración, y por más que hizo memoria Zac, ciertamente no recordó ningún momento especial en el cual Jeff le hubiera dedicado más atención de lo normal o incluso coqueteado. Podría contar con la mano las cantidades de veces que se encontró con él en la editorial, así que no entendía de qué carajos estaba hablando en ese momento. —Zac. Te hice una pregunta, ¿qué clase de relación tienes con ese tipo? —exigió. Sintiendo irritación porque le estuvieran exigiendo una explicación como si hubiera hecho algo malo, Zac pensó en simplemente terminar la llamada, pero su atención se desvió hacia la puerta cuando fue abierta y contempló a Luther entrar. —Bebé, ¿quieres que te ayude a bañarte? —preguntó con una dulce sonrisa. El humano entrecerró sus ojos en el hombre lobo y se despidió de su jefe ignorando por completo sus preguntas. —Lo hiciste a propósito. Los ojos de Luther se abrieron ampliamente y se acercó. —Pero, ¿qué se supone que hice a propósito, encanto? Solo estaba preocupado por tu herida y ofrecí mi ayuda —explicó, deteniéndose ante él. —En primer lugar, me llamaste "bebé" Solo haces eso cuando me estás besando. Y en segundo, ya he aprendido que tienes una excelente audición, la cual utilizas para escuchar a escondidas —argumentó alzando una ceja. Viéndose atrapado, Luther sonrió y se inclinó para besarle castamente. —Tus besos no lo-... Luther le interrumpió con otro beso, y cuando su chico intentó hablar nuevamente, fue por otro, y otro, hasta que Zac finalmente suspiro y le lanzo una falsa mirada fastidiada. —Bien, te dejo simplemente porque Jeff se estaba poniendo idiota —anunció empujándolo sin fuerza. —Uhm, tal vez debí de ofrecerte algo más comprometedor —comentó. —Entonces te habría golpeado —sonrió y Luther rió alegremente. —Sí, puedo ver eso. Pero mi ofrecimiento para ayudar a bañarte fue real. Zac abrió su boca para ofrecerle una patada en las bolas, pero su atención recayó en su hermanastro en la puerta, quien se les quedó observando tras abrir sin permiso. —¿Se te perdió algo? Paxton observó entre ambos y luego agitó su cabeza sin darle importancia a lo juntos que estaban. —Yo... Creo que deberían de ver las noticias ahora —informó y se retiró. Confuso, Zac observó a su sombra, quien se encogió de hombros sin saber al respecto. Alejándose, buscó el control de la televisión y la encendió. Tan pronto como lo hizo, la noticia de Courtney Wade escapando de la cárcel apareció ante ellos.
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