| Axel Cross |

2748 Words
Llego a mi casa, suspirando y admirando el anillo que brilla en mi dedo anular. Cruzo la puerta de la hacienda, encontrándome con Lucas, él, me abraza, desconcertándome. ─¿Qué sucede? ¿De repente, me quieres mucho, qué mosco te picó? ─Cuestiono, alborotando su cabello oscuro. Levanta sus ojos verdes en mí. ─Lamento no poder defenderte, soy débil y estúpido ─murmura, con un rostro decepcionado. Niego la cabeza, obligándole a mirarme. ─No eres estúpido, Lucas, eres el chico más inteligente que conozco ─comento, sintiendo pesar por él. Lucas, alza una ceja. ─¿Y débil? ─Bueno… ─digo, riéndome, él, chasquea su lengua─. No lo eres, el que tengas ese maldito…Lupus, no te hace débil, y no necesito que me defiendas, soy tu hermana mayor, tengo que cuidar de ti ¿O lo olvidas? ─reitero. Él, suspira. ─No me gusta que mamá te golpee ─menciona, trago con dificultad, fingiendo una sonrisa. ─Tranquilo, no me duelen, son insignificantes ─declaro, caminando hacia mi habitación. ─Eva… ─Lucas, en serio, no te preocupes por eso, ¿cómo te va en tus clases? Solo espero buenas clasificaciones ─inquiero, cambiando de tema, pienso en que ya me toca pagar su matrícula y comienza un escozor en mi cuello. ─Soy el mejor de la clase ─comenta, sonriente. ─Así me gusta, nerd ─digo, mirando su sonrisa tierna. «Él, no merece vivir una mala vida» pienso, dejando salir un suspiro. ─¿Y ese anillo? ─Pregunta, llevándome a mirarlo. ─Me lo dio mi novio ─respondo, por lo bajo. ─¿Cuándo lo conoceré? No acepto a cualquier tipejo. Ruedo los ojos, alborotando su cabello. ─Pronto, espero ─digo, junto a un resoplo, imaginándome una vida con Ciro Cross. ¿Será pronto para ilusionarme? Me cuestiono, encogiendo mis hombros. ** Meses después… Entro al salón de clases, buscando con mi mirada la figura de Ciro, no lo encuentro y tomo asiento. El docente de ciencias políticas, se coloca en su estrado, llamando a todos a sentarse. Arrugo mi cejo al no verle, él no suele saltarse las clases, y más si quiere ser el mejor abogado. Lau, aclara su garganta, al posarse al lado de mí, llamando mi atención. ─Que raro, verte despegada de Ciro, ¿le estás dejando respirar? ─Cuestiona, con prepotencia, lanzando sus apuntes en la mesa. Frunzo mis labios, mirando sus ojos azules juzgarme de alguna manera. Tomo una bocanada de aire, para no caer en su juego, y lego doy una sonrisa. ─Al contrario, él no puede alejar sus manos de mí, pero ¿qué sabrás tú de eso? Ciro es mi pareja, podemos estar juntos lo más que queremos, por si no te quedó claro, Lau ─suelto, sin más, esperando que eso, pueda silenciarla. ─No sé quién te crees ¿Acaso no has pensado que alguien más sabe tu secreto? No creo que a Ciro le guste que su novia sea una pobretona becada ─espeta, abro mis ojos con sobresalto al escucharla y aprieto mis manos en puños. Ella, remoja sus labios, acomodándose en su asiento─. Lo supuse, él no sabe nada…cuando se entere, veremos si querrá seguir contigo, eres una mentirosa, Eva Grey ¿Qué más ocultas? ─Cuestiona, mi respiración se altera. ─Haces esto…porque quieres a Ciro ¿Eso es cierto? He visto cómo los celos te carcomen, y cómo le miras, estás enamorada de él ─menciono, ella, se muestra molesta. ─Él despertará, cuando vea quién es realmente su novia ─gruñe, entre dientes, mirándome con sus ojos cristalinos de la impotencia, misma que, me invade. Mi corazón late con fuerza. Súbitamente, la puerta del aula, se abre de sopetón, mostrándonos la figura de Ciro, tiene debajo de sus ojos unas ojeras y no se ve bien. ─Lo siento, supongo que aún no empieza la clase ─menciona, burlándose en la cara del profesor. ─Tome asiento, Cross, antes de que lo saque de aquí por llegar tarde ─espeta, el profesor Wicher, que no le tiene mucho cariño al sarcástico de Ciro. Este, camina, subiendo los escalones hasta llegar a mi lado, lanzando su cuerpo en el asiento. ─Hola, Nena ─menciona, besando mi mejilla y el olor a alcohol llega a mí─. Lau ─acota, guiñándole el ojo a mi némesis. ─¿Estuviste bebiendo, a esta hora? ─Pregunto por lo bajo, ya que el profesor, comienza la clase. Los ojos oscuros de Ciro, se posan en mí, con una sonrisa lasciva. ─Otra vez, mi padre, dejó plantada a mi madre…lo odio tanto, sé que no le importamos ni un poco, pero, mi madre, sigue esperanzada, es lo que más me enoja ─gruñe entre dientes. No he tenido el gusto de conocer aún a sus padres, ya que no suelen estar en la ciudad y es primera vez que me habla de ellos. Acaricio sus nudillos, llamando su atención. ─No me prestes atención, Nena, no quiero joderte con mis problemas ─menciona, resoplando para abrir su libreta de apuntes. ─Quiero saber más de ti, Ciro, no me estás jodiendo…ábreme tu corazón ─digo, por lo bajo, llamando su atención. Se inclina hacia mí, y pienso, que me susurrará algún secreto. ─Tú ni abres las piernas para mí ─espeta, abro mis ojos con sobresalto. Él, piensa que soy virgen. ─Te dije que… ─Sí, que te quieres guardar para el matrimonio ─murmura, resoplando. Muerdo mi labio, avergonzada. ─Preséntame a tus padres, y me entregaré a ti ─digo, haciéndole creer que logró su cometido. Estos meses han sido de ensueño con Ciro, entre darme miles de regalos, citas románticas y besos que me hacen suspirar, pero, él quiere más que una mujer inteligente, atenta y que esté dispuesta para él. Ciro, me observa sorprendido. ─¿Lo dices en serio? ─Pregunta, desconcertado. ─¡Hagan silencio! ─Exclama, el profesor Wicher. Asiento, hacia él, dándole una sonrisa. Ciro, me abraza, dándome unos cortos besos en el cuello. ─Serás mi mujer en cuerpo y alma ─murmura, erizándome la piel. Esbozo una sonrisa, cuando escucho esas palabras─. Pero, no prometo que esté mi papá ─agrega. ─Bastará con conocer a la mamá del amor de mi vida ─digo, y él, besa mis labios rápidamente, antes de que el profesor nos mire. ─Vayan a un maldito hotel ─gruñe, Lau a mi lado, molesta. ─Claro, ¿nos quieres acompañar? ─Cuestiona, burlón, Ciro. ─¡Cross, haga silencio! ─Reprende, el profesor, ya enervado. Colocamos atención en las clases, o por lo menos, lo intento, pienso en cómo todo va tomando su curso y mi corazón se conmociona. ** Termino de vestirme, con un vestido blanco y floreado, que tenía guardado para una ocasión especial, como la de hoy; conocer a los padres de Ciro. Es un gran paso para que nuestra relación se formalice. Retoco mi maquillaje, mirándome al espero, y observo cómo la puerta se abre. Empujo con mi pie, la peluca azabache que usé ayer, viendo cómo se asoma el mocoso de mi hermano. ─¿A dónde vas? ─Cuestiona, mirándome─. Te ves linda, Eva ─agrega, llevándome a sonreír. ─Conoceré a los padres de mi futuro esposo ─anuncio, dándome la vuelta para encararlo. ─¿El sujeto que me regaló una pelota de futbol firmada por un deportista que ni conozco? ─Pregunta, alzando la ceja. ─Sí, y deberías de jugar con ella. ─La venderé, no me gusta el fútbol y al parecer cuesta mucho dinero ─dice, llevándome a rodar los ojos. ─¿No puedes ser un chico normal? ─Pregunto, tomando mi bolso. ─Tú no lo eres, ninguno en nuestra familia disfuncional ─declara, haciéndome detener los pasos. ─¿No le has dicho a…? ─Soy tu hermano, no tu enemigo, ella no sabe nada…ha estado haciendo pequeños trabajos de limpieza de casas, y cocinando, para ayudar, lo está intentando, Eva ─interrumpe, trago con dificultad, cuando habla de nuestra madre. ─Que lo siga intentando, pero, no borrará todo lo que nos hizo pasar cuando estaba hundida en el alcohol por la muerte de nuestro padre. No por ella, estamos vivos ─declaro, con el nudo en la garganta. ─Eva… ─Volveré con comida ─interrumpo, besándole su mejilla, no quiero derramar otra lágrima─. Te quiero, mocoso. ─Lleno mis pulmones de aire, levantando mi mentón y salgo de mi habitación, esperando a no encontrármela. ** Observo la fachada de la gran mansión Cross, es imponente y hermosa, cosa que me hace sentir nerviosa. Ciro, toma mi mano, dándome una sonrisa. ─Te ves hermosa, nena ─comenta, besando mi cuello. Aclaro mi garganta, siendo guiada por él, al interior de la enorme casa. «Dicen que su padre es un economista importante y también fue ministro del SAMC, “sistema de autoridad militar de la CIA” por un corto tiempo y su madre una gran abogada» pienso, observando los cuadros, los adornos de oro y una enorme escalera abierta al frente de nosotros. ─Linda casa ─menciono, fingiendo no estar impresionada. A quién engaño, soy una pobre en un lugar como este, en mi interior estoy gritando. ─No es nada ─dice, con insignificancia. ¿No es nada? Me cuestiono, apretando mi cejo, él, me guía hacia el jardín, donde está una piscina gigante con tumbonas alrededor y mucho pasto. Cara Cross, se baja los lentes, levantándose para caminar hacia nosotros, me abraza. ─¡Bienvenida a la morada Cross! ─Anuncia, efusiva, es una chica tierna. ─Gracias, Cara, ansiaba conocerla ─digo, con sinceridad. ─Te prepararé un cóctel y nos relajaremos a tomar el sol en el césped ¿Te parece? ─Pregunta, emocionada. ─Cara, no me robes a mi novia ─menciona, sardónico, Ciro, besando mi coronilla. Cada vez que dice: mi novia, la piel se me eriza y mis mejillas se ruborizan. Cara, rueda los ojos, tomándome del brazo, para llevarnos donde está la barra de bebidas. Mientras que, Ciro, abre la parrilla, colocando el carbón en ella, tiene una camisa abierta, cosa que me da el gusto de ver su abdomen, muerdo mi labio, escuchando a Cara, que busca mi atención. ─Ciro debe de amarte mucho, para querer presentarte a nuestros padres ─comenta, llevándome a mirarla. Sus hermosos ojos cafés, brillan en el sol, notándose más claros. ─Espero que sí, amo a tu hermano, Cara. Ella, me entrega una copa con mimosa. ─Lo sé, y te agradezco por eso, él, necesita ser amado de verdad…las anteriores fueron unas arpías materialistas que solo les importaba su dinero ─dice y bebo del cóctel, viendo cómo un anciano con uniforme elegante, se acerca a Ciro─. Es el mayordomo, se llama: Ben, y también, quien nos crio cuando mi madre estaba con sus crisis existenciales ─agrega, ante mi mirada en ellos. Cara, me invita a sentarme junto con ella, a tomar el sol. Pero, una mujer, elegante, piel dorada, melena castaña y unos rasgos llamativos, me llevan a detenerme para mirarle. La mujer, se acerca a Ciro, abrazándolo con cariño. Se coloca erguida, mirándome. ─Nena, ven, quiero que conozcas a mi madre ─anuncia, Ciro. Trago con dificultad, acercándome a ellos, dejo la copa a un lado, y ella, me observa con atención, escaneándome por completo. Le ofrezco mi mano, junto con una sonrisa, y ella, se detiene a mirarla, alzando su ceja. ─¿De dónde la sacaste? ¿Es otra oportunista? ─Cuestiona, despectivamente, dejándome la mano en el aire. Comienzo a sentirme incomoda «no es un buen inicio» ─Madre, no comiences, Eva, no es como las demás chicas, no seas grosera con ella ─espeta, Ciro. Ella, suelta una carcajada, clavando sus ojos oscuros en mí. Entrelazo mis manos, mientras la respiración me falta. «Odio que me miren como lo hace ella, he vivido toda mi vida recibiendo esa mirada de desprecio, solo, por no tener dinero» pienso, me trago el nudo y me coloco erguida. ─Ya veremos cuánto duras con esta ─espeta, de manera cruel─. ¿De qué familia eres? ─Cuestiona, de repente. ─Su padre fue Theo Grey, un famoso cafetalero ─responde, Ciro, antes de que hable, y se posa a mi lado. La mirada de la mujer se confunde. ─¿La hacienda cafetal? ─Cuestiona, y me sorprende, que sepa de mi familia. Asiento, sin más─. Interesante ─menciona, sin saber que la hacienda dejó de producir café hace mucho tiempo y está en la ruina. ─Ves Monique, no puedes juzgar a nadie ─agrega, el mayordomo, guiñándome un ojo. Ella, aclara su garganta. ─¿Tienes algo qué decir, madre? ─Le pregunta, Ciro. Ella, resopla. ─Lo siento, Eva, es un día complicado para mí, me pone de nervios que mi esposo pueda llegar en cualquier momento…después de tanto tiempo ─agrega, dándome una sonrisa. ─No se preocupe, entiendo, uno a veces no puede controlar los impulsos de la imprudencia ─acoto, y Ciro, besa mi mejilla. Monique, alza su ceja, pidiéndole una Martini a su mayordomo. Cara, me llama a sentarme junto con ella. Veo a Ciro, cómo se termina de quitar la camisa para lanzarse en la piscina. Nos salpica agua y Cara, se enoja, insultándole. Él, sale del agua, llamándome, me acerco a la orilla de la piscina, juntando mis labios con los de él. ─Lamento lo de hace…rato ─comento, avergonzada. ─Lo hiciste bien, me gusta ese lado de fiera que tienes, Eva. No te dejas humillar por nadie y si superaste a mi madre, puedes con todo ─declara, haciéndome sentir bien, besa mis labios con dulzura─. Mi familia, es una locura, pero, te quiero en ella y que te quieran como lo hago yo ─agrega, conmocionando a mi corazón. Muerdo mi labio y él, vuelve a hundirse en la piscina, salpicando más agua. ─¡Madura, Ciro! ─Grita, Cara, lanzándole una revista que él, esquiva, sonriendo de una manera excitante. ─¡Aburrida! ─Suelta él, de vuelta. ─Sí, Cara, no seas aburrida, envejecerás muy rápido ─comenta, Monique, acostada en una tumbona, tomando un Martini. ─No me da miedo envejecer, no como a otras, que van por su quinto Botox ─gruñe, de vuelta, Cara. Haciéndome pensar que no se la lleva muy bien con su madre. ─Ya quisieras tú, verte así, a mi edad ─replica, Monique, hacia su hija. Me siento en medio de una trifulca Cross. ─¡Basta las dos, no es momento para esto! ─Exclama, Ciro, saliendo de la piscina, y escurriendo agua, mira a su hermana, que se nota muy enfadada─. Ni se te ocurra responder ─advierte, imponente hacia Cara. ─¡No quisiera verme como tú, una mala madre que solo le importa su esposo, el cual no la quiere! ¡No quisiera rogar por la atención de mi esposo, como lo haces tú, madre! Y no voy a fingir que estás bien, Monique, ¡él, te odia, y por eso nunca vendrá! ─Grita, finalmente, Cara, ignorando la advertencia de su mellizo. Monique de Cross, se levanta, molesta, lanzando sus lentes de sol. ─Él me quiere ─suelta, Monique, con la voz rota. Puedo notar el desespero en su rostro, cosa que me hace dar un paso atrás. ─Creo que…iré al baño ─digo, incomoda. ─Te llevo ─menciona, Ciro, mirando con molestia a su hermana. Tomo mi pequeño bolso, y caminamos para cruzar el jardín, mis pies, se detienen de golpe, cuando por el rabillo del ojo, puedo denotar a una figura enigmática que me lleva a verle. Es un hombre imponente, musculoso, que entra por la puerta del jardín, bajándose los lentes de sol. ─Axel… ─comenta, la madre de Ciro, conmocionada. Arrugo mi cejo, mirándole mejor y mi corazón, quiere paralizarse cuando lo veo llegar, al hombre más excitante que he podido ver y que me dejó miles de preguntas en mi mente…el cliente misterioso. ¿Qué hace aquí? Me cuestiono, sintiendo cómo sus ojos, se clavan en mí. Monique, corre hacia él, lanzándose hacia su cuerpo. Él, se muestra reacio, sin quitarme la mirada de encima. «¿Será un pariente cercano?, ¿qué tan cercano?» Las preguntas me invaden, y ruego en mi interior que no me haya reconocido sin el maquillaje y la peluca. ─Papá…viniste ─menciona, Ciro, inesperadamente, llamando mi atención. «¡¿Su padre?!» Exclama mi interior, y mi corazón palpita con fuerza. Queriendo que me trague la tierra. Él, esboza una sonrisa, que me provoca un cosquilleo en el estómago, mientras clava sus luceros marrones en mí. ─No quería perderme, el conocer a la chica que, tiene tan feliz a mi hijo, lamento la tardanza ─anuncia, con su voz gruesa e imponente, siento que no tengo escapatoria, que estoy acorralada por padre e hijo, ambos dos monumentos con diferencia de edad que me observan con atención. Trago con dificultad, alzando mi mentón. «Sabía que nada sería fácil, supongo que, aquí comienza mi tortura» pienso, con la mirada de Axel Cross, enloqueciéndome, como lo hizo aquella noche, llena de misterio.
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