Barajando cartas

1431 Words
Dicen que el Strip de Las Vegas se puede ver desde el espacio debido a lo brillante que es. Está fuera de Las Vegas, y lo que más me cautiva es que fue creado por una mujer, como esta historia. Si una mujer puede estar disfrutando de un placer indescriptible y pensar en qué están pasando con los demás. Sí, Ramón es un buen amante, porque exactamente veintitrés segundos después, con mis dedos entre su cabello, estaba gritando y pidiendo más, lo que sea, pero más. Exactamente, cuatro habitaciones más abajo, había otra mujer sorprendida por un hombre, y no de buena manera. Manuel había visto a su mujer ingresar a la habitación con un vestido muy bonito, color anaranjado. Se lo quitaba lentamente y él la miraba asombrado, es guapísima, su piel es morena, el cabello largo y oscuro suelto, su ropa interior más sexy, un espectáculo de mujer que sería suya. Manuel definitivamente no entendía por qué ella le daba ese regalo, pero decidió que era mejor si tomaba asiento y continuaba con su whisky. Consuelo conocía dos reacciones de los hombres hacia su cuerpo desnudo, y ninguna de las dos era la que su futuro marido estaba teniendo. —Necesitamos tener sexo. —Esperaremos unas horas más. Si he esperado tres años, definitivamente podemos esperar unas horas. —No, creo que deberíamos tener sexo y ver qué tan compatibles somos. —Somos compatibles. —Yo no soy virgen —respondió seria—. No soy de ninguna religión, solo... —¿Solo qué? —Solo mi ex fue un patán y pensé con el próximo no debería entregar mi v****a antes que mi nombre y luego te conocí y empecé a mentir y... cuando me di cuenta.... Ya casi vamos a casarnos y no te he dicho que odio los muslitos de pollo deshuesados, les falta sabor a mi parecer, odio comer caldos gelatinosos, prefiero cremas y no voy casi nunca a la iglesia, solamente cuando alguien más se casa. Tengo un apartamento al que voy para estar sola porque a veces consumes demasiad espacio y hablas demasiado. Manuel se tomó el trago y se puso en pie, consuelo se puso en pie y fue detrás de él, Manuel le recordó que iba desnuda pro el pasillo y ella intentó averiguar qué estaba pasando. Su novio se subió al elevador y se fue, consuelo regresó corriendo a la habitación, pero estaba cerrada, intentó huir a la de sus amigas, pero tampoco nadie estaba ahí y Ramón... su hermano había encontrado una zorra cualquiera que estaba gritando su nombre (alias: yo), mientras se la cogía, ella, la novia, la mujer que nos trajo a todos a las vegas porque está locamente enamorada de un hombre con el que quería compartir su vida pese a las majaderías de su suegra y su madre, estaba sola en una ropa interior que apenas le cubría los pechos y parte de su... en resumen; cero de su dignidad estaba cubierta. William y Simonetta estaban un poco pasados de copas. Hablar con el otro era fácil, una comida llevó a otra, los chistes, las risas, todo fluía. De verdad que se sentía fácil existir si se trataba de una persona que no quería juzgarte. Los dos se estaban mirando, no sabían si era el alcohol o la comodidad, pero él se inclinó un poco y la besó. Simonetta le devolvió el beso de inmediato, se apretó un poco contra el cuerpo de William y este sintió su celular vibrar. Se alejó de Simonetta y leyó el nombre de su mejor amigo en la pantalla. —Voy a ir al baño y voy a esperarte ahí. —Tenemos dos habitaciones. —Sí, pero... me encanta el peligro. —Creo que estamos ligeramente borrachos. —Voy a tener sexo con alguien en ese baño, seas tú o el tercer hombre que entre y no lleve anillo. William la vio caminar sexi por el restaurante y meterse en el baño. Buscó un preservativo urgentemente en su cartera, pagó la cuenta y escuchó a Manuel, quien había enviado un audio diciendo: ~Se cancela la boda. Estoy en el bar a dos cuadras del hotel, no quiero que ella me encuentre. Cuando tengas tus cosas listas me avisas y nos vamos, buscaré vuelos. ~Estoy en medio de algo, así que no sé qué pueda. ~Me engañó. Lo mío con Consuelo se ha acabado. ~¿Con otro hombre? ~Bueno, no. Me mintió. Me dijo que era virgen y no. ~Hermano, te amo, con todo mi corazón, pero no puedes pedir algo que no eres. O sea, perdiste tu virginidad a los quince con Floriana Solís. Haznos el favor a ti, a mí y a ella y acuéstate con ella, disfruta como un loco y C Á S A T E. Estás buscando una excusa cabrón. Atentamente, tu amigo el que si va a follar, no compres boleto para mí. William tenía mucho tiempo sin tener sexo casual con alguien. Llevaba ocho años en una relación con una mujer que le había jurado que él era el amor de su vida, pero no terminaban de encajar. En apariencia eran perfectos, pero Yelina se había comenzado a desinteresar con la pérdida de su éxito repentino. A medida que él se perdía en sí mismo y se llenaba de inseguridades, ella se alejaba. Simonetta había dejado el romance atrás y había pensado en renunciar a la familia, pero ahí estaba dando pasos pequeños. No conocía a William y definitivamente no se veía como el hombre al que eliges para ser el papá de tu bebé y el proveedor emocional y económico en tu vida, pero se veía como el chico dulce que jamás se atrevería a faltarte al respeto, por mucho que se lo pidieras. William entró al baño y cerró la puerta. Los dos se miraron, cada uno en su extremo, y los dos rieron. Ella se acercó al medio y William en dos pasos cubrió el espacio para acercarse a ella, le dio un beso en la frente, le acarició el pelo y la miró a los ojos. —¿Estás muy segura? —Estoy muy segura. —¿De verdad? —Sí. —Sí...—La pareja se besó, William la cargó y la subió al lavabo, Simonetta le miró divertida, y él jugueteó con sus pechos. Simonetta, se intentó deshacer de su camisa, pero él le recordó donde estaban jugando. En medio de un lugar público en otro país. Simoneta, le soltó el pantalón y buscó su m*****o, lo acarició, mientras él repartía sus besos contra su cuello, los dos se besaron y acariciaron hasta que escucharon golpes en la puerta. —William, sé que estás ahí adentro —Simonetta se río. —¿Te rastrea el celular? —Manuel es insoportable —los dos rieron y continuaron besándose. —Si yo no tengo sexo tú tampoco, sal o llamo a seguridad. William detiene las caricias sobre el cuerpo de Simonetta la cual se queja de inmediato. Le desea por completo, no recuerda la última vez que su cuerpo fue a acariciado con tanta atención. —Él es capaz... —Sí… lo sé —respondió Simonetta y jugueteó con su pelo, le besó lentamente, la pareja continua, acariciándose, besándose, riendo mientras si Manuel insiste en que William tiene que salir. Este se aleja un momento para ir a la puerta. —Manuel, dame veinte minutos solo cuida la puerta y di que me dio diarrea, y no escuches—ordena y deja caer sus pantalones, se coloca el preservativo y se deshace de los pantalones de Simonetta, besas sus piernas y ella ríe mientras lea pura, los dos se besan mientras él se introduce de forma lenta dentro su cuerpo. La joven se agarra de su espalda fuerte y esculpida mientras disfruta por completo del placer que se extiende por su cuerpo. Definitivamente, William, era un excelente distractor a todas sus problemas. Tengo dos preguntas excesivamente serias: ¿Si un hombre con el que no imaginaban tener sexo, pero resulta fornido, sexy y sexualmente productivo está dentro de ustedes, en medio de ustedes, pueden realmente pensar en otra cosa, como la compra del supermercado? Y la segunda, ¿si el hombre por el que llevan meses locas, pensando en que va a ser el padre de sus hijos, la persona con la que envejecerán, se niega a tener sexo con ustedes y las abandona en un pasillo...? Hay mucha gente divirtiéndose en este lugar, pero hay una heredera, que siente que ha perdido todo solo por ser honesta.
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