CAPÍTULO DOS

1258 Words
CAPÍTULO DOS Angel sentía cómo se deplomaba en el aire mientras se tiraba de cabeza a las furiosas aguas del embravecido mar de allá abajo. Todavía veía el cuerpo de Thor sumergido bajo el agua, inconsciente, flácido, hundiéndose más con cada momento que pasaba. Sabía que él podía morir en unos instantes y, que si ella no hubiera saltado del barco cuando lo hizo, seguramente no tendría ninguna oportunidad de vivir. Estaba decidida a salvarlo -incluso si ello significaba su vida, incluso si moría allá abajo con él. Realmente no podía comprenderlo, pero sentía una intensa conexión con Thor, incluso desde el momento que lo había visto por primera vez en la isla. Había sido el único que había conocido que no tenía miedo de su lepra, que le había dado un abrazo a pesar de ella, que la había mirado como una persona normal y que nunca la había evitado ni por un minuto. Sentía que estaba en gran deuda con él, sentía una intensa lealtad hacia él y sacrificaría su vida por él, costara lo que costara. Angel sentía que las aguas congeladas le perforaban la piel mientras se sumergía. Sentía como si un millón de puñales le perforaran la piel. Estaba tan fría que se sobresaltó y aguantó la respiración al sumergirse más y más, abriendo los ojos en las turbias aguas en busca de Thorgrin. Apenas pudo divisarlo en la oscuridad, hundiéndose más y más, dio un gran puntapié, una y otra vez, alargó un brazo y, usando su impulso hacia abajo, le agarró la manga. Pesaba más de lo que ella pensaba. Lo rodeó con ambos brazos, dio la vuelta y movió las piernas con furia, usando todas sus fuerzas para dejar de descender y ascender a cambio. Angel no era ni grande ni fuerte, pero al crecer había aprendido rápidamente que sus piernas tenían una fuerza que la parte superior de su cuerpo no tenía. Sus brazos eran débiles por la lepra pero sus piernas eran un don, más fuertes que las de un hombre y ahora las usaba, dando patadas con todas sus fuerzas, para nadar hacia arriba, hacia la superficie. Si alguna cosa había aprendido al crecer en una isla, era a nadar. Angel se abría camino impulsándose con los pies a través de las profundas aguas turbias, más y más arriba, hacia la superficie, mirando hacia arriba y viendo al sol reflejarse a través de las olas de allí arriba. ¡Venga! pensaba. ¡Solo unos metros más! Agotada, incapaz de aguantar la respiración por más tiempo, tuvo la voluntad de impulsarse más fuerte con los pies y, con una patada final, salió disparada a la superficie. Angel salió buscando el aire y trayendo a Thor con ella, con los brazos alrededor de él y usando las piernas para mantener a ambos a flote, dando más y más puntapiés, manteniendo la cabeza de él por encima de la superficie. Todavía le parecía inconsciente y ahora le preocupaba si se había ahogado. “¡Thorgrin!” gritaba. “¡Despierta!” Angel lo agarró por detrás, pasando los brazos con fuerza alrededor de su estómago y apretó bruscamente hacia ella, una y otra vez, como había visto hacer a uno de sus amigos leprosos cuando otro amigo se estaba ahogando. Ahora lo hacía ella, apretando su diafragma, sus pequeños brazos temblaban mientras lo hacía. “Por favor, Thorgrin”, gritaba. “Por favor vive! ¡Vive por mí!” Angel de repente oyó una gratificante tos, seguida de una expulsión de agua y se sintió feliz al darse cuenta de que Thor había vuelto. Echó todo el agua del mar, con un dolor en los pulmones, tosiendo una y otra vez. A Angel la inundaba el alivio. Incluso mejor, Thor parecía haber recuperado la conciencia. Todo el sufrimiento parecía finalmente haberlo sacudido de su profundo sueño. Ella esperaba que, quizás, fuera incluso lo suficientemente fuerte para derrotar a aquellos hombres y ayudar a ambos a escapar hacia algún lugar. Angel apenas había terminado este pensamiento cuando sintió, de repente, que una cuerda pesada iba a parar a su cabeza, descendiendo desde el cielo y envolviendo por completo a ella y a Thorgrin. Miró hacia arriba y vio a los despiadados por encima de ellos en el borde del barco, mirando fijamente hacia abajo, agarrando el otro extremo de la cuerda y tirando de ella, subiéndolos como si fueran peces. Angel luchaba, tirando de la cuerda, y esperaba que Thor lo hiciera también. Pero mientras tosía, todavía yacía allí flácido y ella vio claramente que todavía no tenía la fuerza para defenderse. Angel sentía que lentamente los elevaban hacia el aire, más y más arriba, el agua goteaba por la red, mientras los piratas tiraban de ellos, acercándolos más, de vuelta al barco. “¡NO!” exclamó ella, luchando, intentando liberarse. Un despiadado sacó un largo garfio de hierro, enganchó la red y tiró de ellos con un movimiento errático hacia cubierta. Se balancearon en el aire, cortaron las sogas y Angel sintió como caía e iba a parar de golpe a cubierta, cayendo desde unos tres metros y rodando al hacerlo. A Angel le dolían las costillas por el impacto y luchaba con la cuerda, intentando liberarse. Pero fue inútil. En unos instantes varios piratas saltaron encima de ellos, inmovilizándolos a ella y a Thorgrin y tirando de ellos. Angel sintió que varias manos ásperas la agarraban y sintió que le ataban las manos a la espalda con una cuerda tosca que la arrastraba tirándole de los pies, chorreando. No podía incluso ni moverse. Angel echó un vistazo, preocupada por Thorgrin y vio que él también estaba atado, todavía desorientado, más dormido que despierto. Los arrastraron a ambos por la cubierta, demasiado rápido, Angel tropezaba mientras andaban. “Esto te enseñará a no escapar de nosotros”, dijo un pirata bruscamente. Angel miró hacia arriba y vio una puerta de madera que se abría en la parte inferior de cubierta y miró fijamente hacia la oscuridad de las bodegas que había bajo cubierta. A continuación vio cómo los piratas la lanzaban a ella y a Thorgrin. Angel sintió cómo se tambaleaba mientras caía volando de cabeza hacia la oscuridad. Se dio un glope fuerte en la cabeza con el suelo de madera, cayendo de cara y después sintió que el peso del cuerpo de Thor iba a parar encima suyo y los dos daban vueltas en la oscuridad. Desde arriba cerraron de golpe la puerta de madera de cubierta, tapando toda la luz y después la cerraron con una cadena pesada y ella estaba allí tumbada, respirando con dificultad en la oscuridad, preguntándose dónde la habían lanzado los piratas. En el otro extremo de la bodega de repente entró la luz invadiendo el espacio y vio que los piratas habían abierto una escotilla de madera, cubierta por barras de hierro. Allá arriba aparecieron varias caras, que los miraban con desprecio, algunos de ellos escupían antes de irse. Antes de que cerraran de golpe también esta escotilla, Angel escuchó una voz en la oscuridad que la tranquilizó. “Todo está bien. No estás sola”. Angel miró fijamente, sorprendida y aliviada al oír una voz y se sintió sorprendida y feliz al darse la vuelta y ver a todos sus amigos sentados allí en la oscuridad, todos con las manos atadas detrás de su espalda. Allí estaban Reece y Selese, Elden e Indra, O’Connor y Matus, todos ellos prisioneros pero vivos. Ella había estado segura de que habían muerto en el mar y el alivio la invadió. Y, aún así, también la llenaba una premonición: si todos aquellos guerreros habían sido tomados como prisioneros, ¿qué posibilidad tenía cualquiera de ellos de salir de allí con vida?
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