Celin
En medio de la emoción que ambos sentimos por las buenas noticias que el doctor nos da, me olvido por completo del teléfono y por cosas del destino o tal vez porque así lo quiso Dios, el aparato cobra vida dejando escuchar una serie de gritos, como si una discusión privada hubiese sido grabada, pero ¿Cuál es el fin de que Fernando la haya recibido?
—¿Y eso? —pregunta Fernando cuando mi ritmo cardiaco se dispara al escuchar las voces que protagonizan el video.
Olvide que antes de entrar al consultorio ya había abierto el video y solo esperaba porque le diera a reproducir. Fernando me mira esperando una respuesta que no logra salir de mi boca, no obstante, mi nombre y el de él, se escucha con total claridad. Cierro los ojos incapaz de sostenerle la mirada
