Aún con la mirada fría de Jacob, observando mis pasos y el pasar al escenario con el vestido que al público le fascinaba, me sentí en un revuelo de emociones. Esa sensación de sentirse hermosa y deslumbrante, las cámaras captaban mi imagen, y el sonreír para mi propio bienestar, no tenía precio.
La sonrisa más hermosa debía ser la mía y el motivo era yo; eso nadie la cambiaría. Porque a la única que debe preocuparle por como me veo, me siento, soy y seré, es a mí.
Cómo era de esperarse, mi padre no estuvo presente, debo admitir que fue algo decepcionante, pero nada arruinaría esta noche. Verona sería el recuerdo más bello en los días donde el sol no quería ser visto. Días donde solo las nubes y la lluvia están ahí para hacerte sentir viva de la forma más fría, pero real posible. Soy la
