Salí con la rabia quemando en mis venas. Dereck estaba demente ¿Con qué derecho me reclamaba tanto? Si tenía algún problema, que tome sus cosas y se largue del país y que desapareciera como hace dos años, con la diferencia de que esta vez debería hacerlo para siempre.
— Infeliz —dije tomando el ascensor, mas en mi inquietud e ira, no me fije cuando pasé el piso en que debía bajar, y terminé saliendo al de Jacob—. Pero este no es… Mejor me retiro antes de que Jacob vea esto y…
Muy tarde.
— Señora Lia —me saludó la secretaria de él.
Por inercia, mis manos fueron a parar a mi cuello, y de este modo cubrir el desastre que se había hecho con mi blusa.
— ¿Le pasa algo?
— Emm, no, absolutamente nada —me negué.
— De acuerdo —ella no parecía muy convencida—. El señor Jureck salió hac
