— ¡Dámelo! Intenté quitárselo, pero él solo lo alejó de mis manos, provocando que yo chocara contra su pecho. Estiré mis manos tratando de alcanzarlo, pero él es tan alto que mis dedos alcanzan solo a sus codos. — Jacob, estás haciendo que me avergüence, dámelo, no tenías que verlo. — ¿Y por qué se supone que no debería verlo? ¿Lo compraste para mostrarmelo, verdad? Sus aliento golpeó a mi nariz y pasé saliva ante la cercanía que estábamos teniendo. — Me encantaría verte usándolo…—susurró con voz ronca. — Jacob no… Esto…Se supone que era una sorpresa para cuando llegaras de tu viaje. — Al demonio —gruñó ronco—. No puedo quedarme con las ganas Lia, quiero verte usarlo. Estoy seguro que te quedará perfecto. — Bueno, imagino que tienes razón. Lo mismo dijo el que me lo vend